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¡Un abrazo!

La letra escarlata



La semana pasada este país y este bendito “mundo del fútbol” se ha retrotraído a la Nueva Inglaterra del siglo XVII, esa sociedad casposa, chismosa, puritana y sobre todo hipócrita. Hipócrita y cínica hasta decir basta. Esa sociedad que tenía sus propias reglas, unas reglas marcadas por un concepto personal de rigor religioso y que metían en un mismo crisol conducta, pensamiento, acto, derecho, justicia, apariencia, realidad y ficción.

Una sociedad con una insoportable facilidad para excomulgar, condenar y quemar no sólo a quien tuviese la desfachatez de osar actuar en contra de las “normas” divinas sino también a cualquiera que sin haber actuado en contra de nada el divino tribunal inquisidor determinase que lo había hecho. Todo era controlado por la mano severa de los puritanos que marcaban con una Letra Escarlata a los repudiados por el sistema del señor para escarnio público, como acto aleccionador y para preservar la pureza del resto de vecinos sanos, puros y bondadosos.
Tomas Ufjalusi, un checo de origen húngaro que es profesional del fútbol y que llevaba un par de años en nuestro país sin causar demasiado revuelo, ha sido agraciado con La Letra Escarlata. Así lo han decidido los pastores calvinistas que definen e imponen la moral correcta que debe imperar en nuestro fútbol. Estos pastores, tipos inmaculados e intachables autoerigidos en paladines de la justicia, la ética y la estética que debe imperar en la sociedad, han decidido también que este profesional del fútbol debe portar humillado y con vergüenza esa Letra Escarlata para el resto de sus días. Esa marca humillante que lo significa a ojos de cualquiera como miembro repudiado de la sociedad.

Tomas Ufjalusi tuvo la mala suerte de estar en el sitio incorrecto en el momento inadecuado. Si las cosas hubiesen pasado al revés, un balón disputado en carrera, el checo que llega antes, Messi que no alcanza a dar el balón y en la caída pisa con violencia el tobillo del rival, estaríamos viviendo una realidad diferente pero muy distinta de la que conocemos hoy. Si esa jugada hubiese ocurrido tres días antes contra el Aris o siete días antes en Bilbao o quince días antes contra el Sporting las realidades también hubiesen sido diferentes pero estas tres últimas no diferirían mucho entre si. El partido del Barça era diferente porque allí sí que está la jurisdicción de los pastores de la verdad. Tomas Ufjalusi estaba en el sitio incorrecto en el momento más inadecuado. No es una cuestión de trascendencia. Es una cuestión de que los pastores calvinistas sólo actúan a favor de los miembros de su congregación y para estos pastores Sporting, Athletic, Aris… y Atleti, son implemente indios. Indios de las colonias sin ética, ni estética. Sin derechos ni justicia. Sin corazón ni sentimientos. Salvajes sin modales que atentan contra la tranquilidad de la congregación elegida por Dios, aquella que vive dentro de las fronteras imaginarias que marca el universo Madrid-Barça.. El hombre blanco, Madrid-Barça, es incorruptible, puro y cristalino por naturaleza. Representa el pueblo elegido, la integridad, la honradez, la belleza,… el fútbol. El resto somos indios sin civilizar o “blancos”. Esclavos del sistema condenados a barrer y soportar los escupitajos del señor o aceptar para la eternidad el llevar una Letra Escarlata bordada en el pecho.

Si un honorable y puritano miembro de la sociedad como Luis Figo le destroza la carrera futbolística a un rival anónimo en una entrada difícilmente defendible desde ningún punto de vista y siendo incapaz no ya de pedir perdón sino tan siquiera de preocuparse por el estado de su víctima seguro que existe una razón divina para ello que la plebe no puede comprender. Entonces Luis Figo vio tarjeta amarilla, siguió jugando siempre que quiso y hoy sigue siendo un admirado, respetado y querido miembro de la sociedad. Zidane es un representante de la ONU, ejemplo para grandes y pequeños para el que una embestida con la tonsura a un rival sin balón de por medio en un partido intrascendente como la final de la copa del mundo no es más que una anécdota. Nada de esto no ocurrirá con un repugnante indio maleducado que ha osado saltar la valla del mundo civilizado y jugar a ser como los demás. A Diego Simeone, otro indio sin civilizar, le bastó hacerle una profunda herida al futurible fichaje del Real Madrid para cargar con la Letra Escarlata el resto de su vida. A partir de entonces, hiciera lo que hiciera, fue un indeseable y violento leñero, igual que ahora lo será Ufjalusi. López nunca lesionó a nadie pero eso no es óbice para que el subconsciente colectivo asuma que fue el mayor carnicero a este lado del Ebro. ¿Qué importa la realidad?

Independientemente de la trayectoria anterior del jugador en una larga carrera intachable, de la periodicidad de casos similares, de los condicionantes de la profesión que desempeña, del partido, de las explicaciones que pueda dar, …¡de tocar el balón!, Ufjalusi ha sido acusado de encarnar el mal y de practicar brujería y así quedará para siempre. Los “padres” de la criatura culpable, los conductores del Club Atlético de Madrid, están tan asustados de la ley imperante en las colonias y le deben tantos favores a los pastores que asumen con humillación los designios mostrándose ante la sociedad con la nueva “biblia” bajo el brazo y encargándose ellos mismos de bordar la denigrante letra en la solapa. No luchan porque le retiren el injusto San Benito que portará ya para siempre sino que piden, agachando la mirada con humildad, algo de caridad para el que ya la lleva asumiendo que así tiene que ser.

En un mundo normal Tomas Ufjalusi hubiese sido expulsado ante las protestas del público. Los pastores han cambiado la realidad a base de contar mentiras con eso de que era una entrada que no venía a cuento, olvidando en su fervor religioso que el partido estaba a punto de acabar, que el equipo de la bruja Ufja iba perdiendo, que un solo gol cambiaba el resultado, que Messi estaba en pleno contrataque y que el checo toca el balón. Si en esas condiciones entrar con todo no viene a cuento es que no estamos hablando de fútbol o que, como efectivamente se insinúa, en esta liga sobramos todo lo que no sea Madrid-Barça.
La acción en directo deja dudas. Yo la protesté en el campo. La repetición no. Es expulsión. En un mundo normal Ufjalusi hubiese sido sancionado con una sanción justa (un partido, dos, los que tengan que ser…en el fondo da lo mismo) y cuando el jugador volviese al campo nadie recordaría una desafortunada acción consustancial al fútbol como otras tantas. Todos sabemos que eso no ocurrirá y que la letra permanecerá visible para siempre con todo lo que lleva asociado: las pedradas, los insultos y desmanes del civilizado hombre blanco. Ya se encargarán los pastores de que nadie se olvide nunca.

Recemos todos como buenas ovejas del rebaño. Escondámonos en la intimidad de nuestros hogares para que no nos vean. Como indios que se dan polvos de arroz en la cara para ocultar lo que somos imitemos a los que nos conducen. Recemos porque no nos pase a nosotros. Es lo que toca.

¿Quién decidió que ganar tiene que ser aburrido? (At. Madrid 1 - Zaragoza 0)



No recuerdo quien dijo eso de que el aburrimiento es la enfermedad las personas afortunadas ya que los desgraciados, al tener tantas cosas que hacer, no se aburren nunca pero sobre esa frase reflexionaba uno al abandonar el Calderón tras derrotar al Zaragoza. Entre bostezo y bostezo el comentario generalizado era el de que ese tipo de partidos se perdían en otros tiempos no muy lejanos y lo cierto es que yo pensaba lo mismo. El nuevo Atleti de Quique es un equipo serio que normalmente parece un equipo lo cual es un gran paso adelante. Podremos criticar las formas, la disposición, el concepto,… pero efectivamente eso son síntomas de tipos afortunados porque la realidad es que los partidos que llevamos de temporada se ha podido ver un equipo trabajado, que sabe colocarse muy bien en el campo, que concede pocas o ninguna facilidad al rival, que apenas nos hacen ocasiones y que impone respeto a sus rivales. También gana partidos. Ahora bien, permítanme la licencia elitista de tipo afortunado: el partido fue un verdadero tostón y este equipo me aburre.

El comienzo constató lo que he apuntado más arriba: solidez, rigor táctico y buen planteamiento a la hora de ocupar el terreno que anulaba al rival. Tiago daba bastante más claridad a la salida de balón, Reyes y Simao parecían entrar más en juego (es lo que tiene usar el balón con criterio en lugar de despreciarlo), Asunçao se multiplicaba en tareas defensivas (partidazo del mediocentro que domingo tras domingo se confirma como un puntal del equipo), mientras arriba un torpón y tosco Diego Costa le echaba muchas ganas (a veces es suficiente) tapando la salida, recibiendo de espaldas, tirando diagonales, abriendo huecos y disimulando la falta de acierto de su compañero en la delantera, el uruguayo Forlán. Diego Costa no es un jugador que tienda a la excelencia, comete errores, tiene carencias técnicas significativas y falta de gol pero me gusta mucho su actitud. Generosa, disciplinada y con mucho ánimo. Creo que Quique acertó dejándolo en detrimento de ese castillo en el aire que era Salvio. El partido estuvo totalmente controlado frente a un Zaragoza muy corto en absolutamente todas las facetas del fútbol. Lo único visible de los aragoneses en la primera parte fue un derroche de agresividad en su pelea por aplacar el contrario que no se veía acompañada con nada que tenga que ver con el fútbol. Mala pinta tiene este Zaragoza donde Leo Franco, Gabi o Sinama no destacan ni por arriba ni por abajo, lo cual es bastante significativo.

Al Atleti sin embargo le faltó agresividad y un puntito de tensión para llevarse el partido. Demasiado cómodo en el campo se limitaba a mantener el guión sin demasiado riesgo esperando la ocasión que tarde o temprano llegaría. Y llegó. Llego además reafirmando la mejor noticia de la noche que no fue otra que la resurrección de Filipe Luis. El brasileño realizó un partido sobrio en defensa y muy prometedor en ataque apuntando las posibilidades y la amplitud de recursos que puede aportar un jugador de sus características en esta plantilla. Doblando su banda izquierda hasta el fondo en una gran jugada de lateral puso el pase de la muerte a un Diego Costa que aparecía forzado en el lugar natural del delantero centro para meter el balón dentro de la red. Doble premio al trabajo.

Con el uno cero, como me temo que ocurrió lo que ocurrirá tantas y tantas veces este año estando Quique al frente del equipo, se acabo el partido, las emociones y el fútbol en su vertiente estética. El Atleti se aferró aun más en su posición del terreno, asumió todavía menos riesgos, renunció a la elaboración como primera opción a favor del rigor táctico y la contundencia defensiva y cedió los “trastos de matar” a un Zaragoza inoperante, romo, espeso y falto de profundidad. Lo digo ganando y perdiendo: no me gusta esa decisión de entrenador de cambiar la forma de jugar del equipo después de meter un gol. Me parece cobarde y mezquina. Se gane o se pierda. Admito y respeto todas las elucubraciones al respecto de lo positivo de hacerlo pero no lo veo. Admito que si Diego Costa y luego Simao hubiesen sido menos egoístas a la hora de definir se hubiese matado el partido pero nada de eso cambia mi opinión. No me parece opción de un equipo que se dice grande lo haga el Chelsea, el Madrid o María la Cantaora.

El segundo tiempo empezó y siguió exactamente igual y así hubiese sido hasta el final del partido si el trencilla no reclamase su cuota de protagonismo en un partido televisado. De repente se inventó una cesión que no existía (sólo veo que piten estas cosas contra el Atleti) y no contento con ello lo mando repetir. Eso encrespo al público y a los jugadores. Segundos después Reyes, un tipo con grandes problemas de inteligencia emocional y autocontrol (entre otras cosas), va a toda velocidad hacia un balón metido al hueco en un contrataque. El defensor zaragocista se coloca en medio en clara falta de obstrucción pero el de Utrera en lugar de exagerar la caída y reclamar la falta decide exagerar el choque con los brazos en alto. Expulsión. La jugada no es expulsión y el árbitro (culpable del estado de adrenalina desatada) es pésimo pero Reyes nunca puede hacer algo así en ese momento de partido.

A partir de ahí vuelta a los tiempos oscuros de achicar agua. Esta vez, lógicamente al estar con diez, no quedaba otra opción que no fuese suicida. Afortunadamente el Zaragoza es un equipo inoperante, sin calidad individual ni colectiva pero Quique decidió facilitar la labor quitando del campo a Tiago (cansado pero el único que trataba de tener el balón) y poniendo a un tal Mario Suarez que es algo así como un Raúl García bajo de forma y peor. La labor del canterano fue más negativa que positiva abriendo un hueco tremendo en el centro del campo y achicando un equipo que menguaba por momentos. Afortunadamente estaba el Zaragoza delante para no sufrir la primera desgracia de verdad en casa.

Tres puntos muy importantes para ganar en estabilidad y tranquilidad pero las dudas, las incertidumbres y las certezas siguen estando donde estaban. Al menos para el que escribe.

Tocar la guitarra sin guitarra (Valencia 1 - At. Madrid 1)




Decía de Montaigne que la cobardía es la madre de la crueldad y si cruel es perder un partido que se ha trabajado hasta la extenuación durante ochenta minutos hay que buscar el camino de la objetividad para reconocer que el empate es más justo que nuestra victoria y lo es porque el Atleti ha sido muy bueno tácticamente y muy bueno defensivamente pero también ha sido cobarde en un punto y las derrotas teñidas de cobardía siempre tienen un punto justicia divina. No me gusta ver defender a mí equipo durante todo el partido. Me pone de muy mala leche porque lo llevo viendo muchos años y lo normal es que no ganemos. Puedo entender que te metan atrás los últimos minutos en los que te falla el físico pero no me gusta verlo en el minuto 15 después de meter un gol. Me parece de cobardes. No me gusta y no me parece una opción para jugar al fútbol si quieres ganar. Nunca puede ser una opción para jugar al fútbol una que desprecia miserablemente el balón. Es como tocar la guitarra sin guitarra. Puede hacer gracia un rato pero al final del día da mucha pena.

La primera parte dejaba unas cuantas noticias positivas. La primera y más importante probablemente era la constatación de que la salida cobarde y especulativa de Tesalónica debió ser más una consecuencia del desafortunado error en cadena que fue aquel partido que de otra cosa. El equipo salió igual que contra el Sporting, el Athletic o el Barça a disputar el partido y se agradece. Se agradece no sólo por el espectáculo sino porque este Atleti parcheado tiene una enorme dependencia de la pasión anímica que sus jugadores pongan en el campo. Para bien o para mal será difícil que ganemos muchos partidos si los once que salen no ponen todo desde el principio. Otra buena noticia es el fabuloso trabajo defensivo y táctico que ha conseguido Quique con esta plantilla. La colocación del equipo es excelente, la generosidad entre líneas muy equilibrada, el rigor muy bueno y el estudio del rival también. La primera parte transcurrió con un aparente dominio del partido por parte del Valencia que no era tal porque apenas inquietó el área rojiblanca.

El único pero es el de siempre: la preocupante pero evidente falta de creación, temple y tranquilidad para tener el balón en el centro del campo. El planteamiento del equipo era perfecto pero este “pequeño” contratiempo hace que el balón apenas duré en los pies del equipo, no se cree fútbol y la pelota vuelva al equipo rival. Lo bueno es que el Valencia, con una plantilla (especialmente la del año pasado) mucho más equilibrada que la nuestra, es algo parecido pero todavía peor. No me gusta Emery, lo siento. Incapaz de crear juego el rival e impedido para hacer su fútbol vertical los valencianos se perdían en ataques en tromba que descolocaban su equipo detrás. En uno de estos apareció el mítico contrataque colchonero que inicia Forlán, continua Antonio López sumado al ataque y culmina Simao con esa clase que nunca le ha faltado.

El partido siguió igual, pero con el Atleti olvidándose definitivamente de jugar, hasta el minuto 45 pero apenas tuvimos problemas salvo en los minutos inmediatamente posteriores al gol en los que el empuje de corazón del equipo che unido a la falta de calidad para manejar el partido de nuestros mediocentros hicieron que el equipo se echase demasiado atrás. Aun así Forlán pudo sentenciar el partido con un balón largo que portero y central no saben parar haciéndose un lío entre ellos y dejando al uruguayo delante de la portería sin portero (algo escorado, eso si) que raro en él, desperdicia la ocasión. Curioso resaltar también la patada de Albelda a Reyes en el suelo sin balón y sin juego de por medio. Nadie reparará en ello claro porque no está Messi ni C3PO por medio. Siendo así son cosas del fútbol.

El segundo tiempo lo que hizo fue amplificar la tendencia que llevaba cada equipo de forma alarmante lo que sin duda es una mala noticia para el Atleti. Es evidente la apuesta defensiva para esta temporada de este equipo y es evidente el buen tono en este sentido pero es imposible ganar un partido a base de defender exclusivamente las embestidas del rival. Te puede salir una vez, dos,... pero es difícil que te salga con regularidad. Recular y esperar que el rival no acierte fue una opción elegida voluntariamente en la primera parte y eso llevo a esta segunda en la que el Valencia a base de jugadores, balones colgados, pundonor y muy poco fútbol hizo más que suficiente para llevarse el partido.

Los segundos 45 minutos fueron un monólogo del conjunto levantino frente a un sparring bien colocado, fuerte, serio y generoso en el esfuerzo pero absolutamente nulo con el balón en los pies. Un esparring al fin y al cabo. La incapacidad de los colchoneros para dar dos pases seguidos con cierto criterio (no hablo ya con cierto gusto) hizo que lo que antes eran balones colgados al área, y pases lejanos desde el lateral de los valencianos poco a poco se convirtieran en circulaciones rápidas de balón y ocasiones claras de gol que el bueno de De Gea, otra vez, se encargaba de solventar con evidente talento. Hasta en tres ocasiones tuvo que entregarse el gran portero que tenemos para salvar el cero del equipo contrario en el marcador. Los cambios de Emery aportaron vigor, frescura y poderío atacante mientras que el Atleti empezaba a acusar de forma dramática el cansancio acumulado. Se podría achacar a Quique la tardanza en los cambios pero se disculpa (yo al menos lo hago) echando un vistazo a lo que tenía allí dentro.

El Atleti defendía bien y es difícil meterle un gol pero es tremendamente difícil aguantar esta situación durante 70 minutos y si esta es la apuesta de Quique, meter un gol y aguantar el resultado a expensas de un fallo del rival, pido desde ya su dimisión. No sólo no creo en esa opción (que es la misma que la del resto de entrenadores que han pasado por aquí últimamente con evidentes resultados) sino que como concepto me repugna.

Pasó lo que tenía que pasar. Un balón peleado en la banda (probablemente falta) es al final ganado por el mejor en estas guerras en el barro, Albelda, que cuelga un buen balón al segundo palo para que Aduriz se imponga en el salto a Perea y bata a De Gea. Desde ahí hasta el final la agonía de asistir a una lucha entre un equipo que quería ganar y otro que quería ir a la ducha cuanto antes.

Buen resultado, malas sensaciones, peores conclusiones.

Lo que ves es lo que hay (At. Madrid 1 - FC Barcelona 2)




Decía Aristóteles que la única verdad es la realidad y la realidad es probablemente lo que hemos visto esta tarde en el Calderón, dos equipos poniendo en el campo lo que tienen y dejando claro la distancia estratosférica que existe entre ellos. Podemos hablar de un resultado corto, de jugadores determinados que desgraciadamente resultan claves, de la lamentable actuación del árbitro y demás accesorios que quizás podrían haber cambiado el final de la película pero me temo que ninguno de ellos cambiaría la realidad de fondo. El Barcelona es un señor equipo de fútbol. Probablemente el mejor del mundo ahora mismo. Desde la concepción técnica y deportiva de las categorías inferiores hasta la plantilla con la que se presenta en la liga española pero sobre todo por su concepto de fútbol a la coherencia entre su idea y su puesta en práctica. El Atleti no. El Atleti es un equipo cogido con pinzas, descompensado, muy potente en algunas líneas, apañado en otras y lamentable zonas claves como la creación en el centro del campo. El Barça puede imponer y provocar su juego en todos los escenarios sin necesitar nada ni a nadie para hacerlo. El Atleti no. El Atleti además de ser muy dependiente de la carga anímica que ponga en el campo necesita una conjunción de cosas ajenas al equipo necesarias para poder desplegar su poderío (que lo tiene) aunque desgraciadamente no tiene los recursos para provocar esa situación. Eso si, si no los tiene no creo que sea por culpa de Quique sino que más bien habría que apuntar un poco más arriba para encontrar la explicación a esta dirección deportiva tan sumamente bochornosa. En cualquier caso es así, lo que ves es lo que hay.

A diferencia de hace unos días en Grecia el partido estaba hoy bien planteado. Independientemente de la elección de jugadores Quique se olvidó gracias a Dios de tácticas de iluminado que juegan con el tiempo y la especulación y fue a por el partido desde el principio. Presión muy arriba, defensa adelantada y presionante y la intención de robar el balón el Barça. El problema es que una vez que robas el balón tienes que hacer algo con el y ahí es donde este equipo hace aguas por todos los sitios. Si somos capaces de hacer una salida rápida y vertical escondemos las carencias y aumentamos el peligro pero cualquier otra opción nos deja con los calzoncillos bajados. El Barça ha trabajado muy bien el aspecto táctico y defensivo. Aprendiendo del año pasado ha cerrado muy bien a Simao pero sobre todo a su verdadero quebradero de cabeza, Reyes. Con las bandas anuladas y Agüero impedido para buscarse la vida el balón caía en los mediocentros, la línea más floja de los colchoneros y de entre las más mediocres de los equipos que se supone deben estar arriba. Por eso tras unos primeros diez minutos de furia el balón se quedó en los pies azulgranas dejando claro dos cosas. La primera es quien sería el dueño del partido desde entonces. La segunda es lo límitado que puede llegar a ser un jugador como Raúl García. Generoso en la lucha y obediente en el rigor táctico es prácticamente nulo a la hora de fabricar juego. Sus carencias se hacen todavía más evidentes con equipos como el Barça que pretenden usar el balón y hacerlo a ras de césped. Que Raúl García juegue en el Atlético de Madrid en esa posición es un lujo y una frivolidad que este equipo no se puede permitir si quiere aspirar a hacer algo un torneo que premie la regularidad. Quique debe saberlo también pero el problema desgraciadamente es que Raúl García no tiene sustituto hoy por hoy en esta plantilla. Lamentable.

Así que el Barça asustó primero dando al poste pero la siguiente jugada, magnífica en velocidad y en esa precisión entre líneas tan del estilo de este Barça, hacía que Messi inaugurase el marcador. El mazazo fue importante y las experiencias previas respecto a comenzar un partido perdiendo no eran muy halagüeñas pero si este Atleti sin capacidad de creación es capaz de remontar a un equipo es precisamente al Barça, uno de esos pocos equipos que quedan que a pesar de ir ganando sigue jugando igual. Lo malo es que los catalanes siguieron jugando igual pero igual de bien. Tenían el balón, marcaban el ritmo del partido y dejaban al Atleti correteando desesperados detrás de los contarios. Además tuvieron la capacidad táctica suficiente como para frenar con diligencia los contrataques a la desesperada de los madrileños. Las oportunidades de hacer daño de los nuestros sólo podían llegar a balón parado y así ocurrió. Un córner mal sacado, Valdes que se la come y Raúl García, paradojas del destino, empata el partido.

La euforia del Calderón (fantástico el ambiente) hizo creer que la remontada era posible pero el Barça no estaba hoy para ejercicios increíbles de pundonor así que volvió a bajar la emoción a base de tocar el balón y a dominar todos los aspectos del juego sin dejar muchas opciones. El inevitable gol llegó en un córner mal defendido en el que pique baja el balón con el pecho y bate a De Gea. En la jugada de antes se había pedido penalty en el área blaugrana por una mano tras un disparo lejano del Atleti pero el árbitro ya había dejado claro para entonces que en caso de duda siempre se pita a favor del Barça. El trencilla ha estado lamentable y aunque sería exagerado culparle del resultado final viendo lo que ha ocurrido en el campo y aunque el Barça no lo necesita su labor ha sido penosa y descarada en favor de uno de los dos equipos.

La segunda parte ha sido más de lo mismo con un juego más controlado por los Blaugranas (el Atleti apenas ha hecho peligro más que en el juego parado y algún contrataque desesperado) y las muchas oportunidades de los catalanes cuando los de Quique se iban desesperadamente arriba. La expulsión de Ufjalusi debe ser justa a tenor de la lesión de Leo Messi pero a mí, sinceramente, en el campo no me pareció ni falta.

Conclusiones: La primera y fundamental es que tenemos un portero espectacular. A la seguridad y poderío que supura siempre el canterano hoy se le han unido varias acciones de escándalo. De Gea ha sido el mejor de los colchoneros de largo y gracias a él el marcador se quedó igual todo el segundo tiempo. Otra conclusión es que Raúl García juega de titular porque Tiago está en un estado de forma lamentable. Nulo en ataque y errático en defensa. La dependencia que tiene este equipo de Agüero es incluso mayor de lo que pensábamos y los repuestos son de una mediocridad insultante. Lo de Filipe Luis empieza a ser preocupante. El único fichaje de este año que a día de hoy aporta algo distinto al equipo del año pasado es Godín lo cual es un dato que el inútil redomado que lidera la dirección técnica de este equipo debería tener en cuenta (y no va a tener). Doy por hecho que si el resto no juegan es que no están para jugar.

La realidad que deja el partido es cruel pero sincera. La liga está fuera del alcance de una plantilla de apenas once jugadores de nivel y por eso estupideces como la de Tesalónica en una competición que si podemos disputar son más dolorosas e incompresibles. El siguiente partido contra el Valencia es fundamental para saber hacia que lado de la tabla clasificatoria estaremos apuntando todo el año.

Cuando intenta ahorrar el que no tiene... (Aris 1 - At. Madrid 0)




Decía Oscar Wilde que aconsejar economía a los pobres es grotesco e insultante. Es como aconsejar que coma menos el que se está muriendo de hambre. El Atleti no está para hacer experimentos o especular con el juego porque no tenemos tantos recursos como para arreglar los fallos. Somos todavía “pobres”. Es grotesco e insultante que hagamos lo que hemos hecho hoy. Por mucho que las luces de candilejas de los trofeos todavía nos tenga turbada la visión sería estúpido perder la perspectiva de ese amargo lugar del que viene este equipo. No quiero recordar donde estábamos hace 9 meses pero está ahí y aunque el cambio ha sido brutal en muchos aspectos y lo que tenemos ahora tiene buena pinta (independientemente de lo ocurrido hoy) la cruda realidad es que tenemos una plantilla corta, que sigue desequilibrada y con carencias importantes, especialmente desde la segunda unidad. Lo que hemos conseguido lo hemos hecho dándolo todo y exprimiendo hasta la última gota. Hoy se ha querido jugar a equipo poderoso que mueve fichas sin que el equipo se resienta y nos han hecho un siete. Más que por el resultado por la imagen, la sensación y la incertidumbre que queda ahora. Este equipo soporta muy pocos experimentos pero soporta mucho pero la especulación y la economía de recursos. Los entrenadores anteriores no se dieron cuenta. Espero que Quique aprenda la lección.

La primera parte fue horrorosa. Soporífera, espesa, mala y sin emoción. El Atleti la tiró a la basura.Todos esperábamos las rotaciones de Quique (yo al menos lo esperaba) pero pocos podían anticipar el nuevo experimento de nuestro entrenador. En fin, sin querer jugar a entrenador y sin mancillar el crédito que se ha ganado me parece que una apuesta con cinco centrocampistas (y tres mediocentros) no parece una declaración de intenciones muy estimulante. No entiendo la posición de Tiago existiendo jugadores en el campo como Fran Merida que parecen adaptarse con mayor naturalidad a esa especie de mediapunta por detrás del único delantero. Tampoco entiendo cual era el objetivo del mister. Cinco centrocampistas parece un buen número para controlar el centro del campo y quedarse con el balón pero nada de eso ocurrió. Más bien todo lo contrario. Los primeros 25 minutos apenas tocamos el balón frente a un equipo muy fogoso (como se esperaba) y con mucho pundonor (como se esperaba) pero que ni siquiera dio muchas patadas y apenas causó ningún peligro. Inquietante.

Hasta ese minuto 25 el partido fue un ejercicio de caos controlado con el balón, que parecía de playa, volando por encima de las cabezas sin que nadie se atreviese a tratarlo como se merece. La apuesta del Aris, lógicamente, pasa por ahí. Verticalidad, faltas laterales, segundas jugadas,... pero que el Atleti entre a esa feria me preocupa. ¿Para qué pones cinco centrocampistas si el balón va a pasar por encima de sus cabezas? Con Forlán desesperado y la pareja Simao, Fran Mérida desaparecida en combate, tan sólo un aturdido Tiago aportaba algo de movilidad (no mucha), mientras Raúl García se ahogaba una vez más a la hora de jugar y hacer jugar y Camacho volvía a decepcionar. Nunca me ha convencido el canterano (y mira que me duele). Hoy tampoco.

A partir de la media hora el equipo decidió tener algo más el balón demostrando que con eso sólo servía para bajar la temperatura del Aris y neutralizarlo pero faltó velocidad, criterio y lo que es peor, ambición. Puñetera especulación. En una primera parte sin ocasiones de gol (por ningún lado) lo único reseñable es una vez más el recién estrenado rigor defensivo que tanta solvencia desprende. Pero no es suficiente.

Quique decidió olvidarse de los experimentos y colocó más o menos a cada uno en su sitio dando entrada a Diego Costa por mi “querido” Raúl García. El brasileño aportó frescura, ambición y movilidad. Juega de espaldas, novedad en esté equipo, y tiene cosas diferentes pero se le ve torpe con el balón y con una carencia preocupante de gol. Aun así fue el mejor (que no es decir mucho).Tuvo un par de buenas ocasiones nada más empezar pero eligió mal la definición. El equipo estaba más suelto con Tiago tratando de poner el balón en el césped y Costa moviéndose entre líneas pero el equipo seguía sin mostrar ambición y enseñaba algunas dosis de relajo lo que aprovechó el Aris para en la única jugada que trenzó el balón en todo el partido sacase un gran gol de un tal Javito.

Como una bofetada en seco volvimos a la realidad de la que veníamos. El Aris, ahora si, empezó a parar el juego con faltas y artimañas, subió un punto en agresividad y presión con lo que mató el partido. Fran Mérida (como si no hubiese jugado) dejó el sito a un Reyes que llegaba tarde. Mario Suarez salió por un mediocre Camacho aportando el mismo derroche de mediocridad. Ni Raúl García, ni Camacho, ni Suarez (ni veinte mediocentros iguales que sigamos fichando) son capaces de hacer olvidar la labor que en este equipo hace Asunçao. Por su puesto mejor no hablar de labores de creación porque es como pedirle a Torrebruno que crezca. Lejos de provocar algún peligro lo que provocamos fueron los nervios de De Gea que en un fallo garrafal (de esos que nunca hace) dejó un balón a los griegos que lanzaron al poste (pero cuidado que el canterano ha sacado un montón de buenas manos hoy también).

A falta de diez minutos los colchoneros parecieron trenzar algo más de juego y tuvieron dos ocasiones clarísimas en los pies y cabeza de Diego Costa que una vez más el brasileño derrochó. El Aris sigue sin perder en su campo en competición europea en toda su historia.

Tiendo a alegrarme de que pierdan los equipos que especulan con el fútbol y más cuando lo hacen frente equipos a los que quintuplican en presupuesto. No me alegro en este caso, evidentemente, pero debo reconocer que la derrota es de justicia.

Club de amigos del Aris



Fue disfrutando del mediterráneo heleno en una terraza de la ciudad nueva de Monemvasia en el Peloponeso (la ciudad antigua es una preciosidad) donde un amable camarero fanático del Aris me contó en poco tiempo la historia de los principales equipos del país y la esencia del fútbol griego. Una esencia creada y sostenida como casi en cualquier parte del mundo en la que se sigue el fútbol sobre la pasión desmedida. Pasión irracional y lamentable que en ocasiones les lleva a saltar al campo para dar una paliza a un jugador que ha insultado el honor del equipo que defiende uno (literal) pero pasión admirada y envidiable que sostiene, por razones que nada tienen que ver con el vil metal, un circo del que otros quieren sacar provecho y rentabilidad.

Cada vez que un equipo español juega en Grecia nuestros periodistas de cámara, demostrando su talento e imaginación, recurren al manido latiguillo del “infierno heleno” para explicar la dificultad de la eliminatoria. Difícil de creer tal efecto con un equipo lleno de extranjeros y entrenado por un argentino trotamundos pero bueno. Yo lo veo de otra forma. El “infierno heleno” (al margen de violencias estúpidas y demás morralla que poco tiene que ver con el deporte) es una fiesta del fútbol, una demostración real y palpable a tanto y tanto mamporrero de la mentira” Madrid Vs. Barça” que lo que despierta la pasión irracional y el entusiasmo de millones de personas desde hace siglos no son los tríceps de Cristiano Ronaldo ni el ganar pisando la ética y el buen gusto a costa de lo que sea sino la identificación, las leyendas, la historia y el orgullo asociado a un escudo y unos colores. Quizás yo sea un romántico y seguro que nada de esto se entiende en el despacho de Florentino Pérez (aunque deberían) o en los nuevos mercados futbolísticos emergentes que aparecen por el oriente pero que quieren que les diga, yo prefiero vivir in situ un partido en Tesalónica que en Dubai.

En 1914, con la efervescencia de la recién estrenada independencia griega, un puñado de jóvenes del barrio de Votsi en la ciudad de Tesalónica decidían crear un nuevo equipo de fútbol. Igual que unos antes, en 1903, los “padres” del atlético de Madrid decidieron crear un equipo nuevo en la capital tras ver las sucias “artimañas” del Madrid de entonces, estos decidieron crearlo en contraposición con el equipo más fuerte que existía entonces en la capital de la región griega de Macedonia, el Irakis (Hércules, en el idioma castellano). En la extensa y rica mitología griega Hércules (un “simple” semidios) tenía como eterno rival al Dios de la guerra, Aris, así que ese fue el nombre y ese es el símbolo que aparece en el escudo elegido para el nuevo club al que vistieron con los colores amarillo y negro en recuerdo de la gloria de Bizancio de la que se sienten herederos los griegos. Especialmente los griegos macedonios a los que recientemente les ha tocado sufrir la supuesta crisis de identidad que ha provocado la comunidad internacional con la aparición de la Macedonia yugoslava (difícil cuestión) lo que les ha traído más de un quebradero de cabeza.

En 1926 apareció en la ciudad y en la región el PAOK, que a la postre se ha convertido en el rival por autonomasia del Aris, pero cuyo origen se encuentra curiosamente en la comunidad griega asentada en el barrio de Pera en Estambul y que tras la guerra tuvo que trasladarse a Macedonia (un aficionado del PAOK me dijo una vez medio en broma que su equipo no era de Tesalónica sino de Constantinopla). Así es fácil entender que los aficionados del Aris llamen despectivamente “turcos” o “gitanos” a los aficionados del PAOK (mientras que los del Aris son “gusanos” para sus rivales). El Iraklis, a mucha distancia en poderío que sus vecinos, sigue siendo el equipo asociado con la elite de tesalónica y su afición está afincada básicamente en el centro de la ciudad mientras que la afición del Aris se extiende ampliamente por las afueras alcanzando toda macedonia y parte de la región continental de Grecia y se asocia fundamentalmente con las clases más humildes.

Con todo esto, una de las cosas que más me llamaron la atención del Aris es lo que ocurrió en el año 2006 tras un periodo muy negro para el club que si bien venía aconteciendo desde hacía tiempo (desde la “profesionalización” del fútbol, curiosamente) se hizo patente realmente cuando en 1997 bajaron al equivalente a nuestra segunda división. La trayectoria del equipo durante los años siguientes fue triste y deporable hasta el punto de perder la hegemonía como mejor equipo de la región que tenía en pos de su rival el PAOK. Los problemas financieros eran asfixiantes y la situación coqueteaba peligrosamente con la bancarrota. ¿Qué ocurrió entonces? Pues que en 2006 se creó una asociación (cuyo nombre traducido sería algo así como: “Club de amigos del Aris”) con el objetivo de que los aficionados pudieran controlar el patrimonio de la institución y de forma que sus miembros asociados mantuviesen la propiedad siendo responsables de la financiación y la elección de sus dirigentes. ¿Le suena a alguien esta idea? En contra de las “indiscutibles” leyes de la economía moderna parece que no le va mal al club (teniendo en cuenta dónde estaba) y de hecho la tendencia es contraria a la de los últimos años (por no hablar de la identificación). Esperemos que por el bien del fútbol les marche muy bien… pero que sea en otra competición distinta a la Europa League de este año.

Esa es la historia de Aris que lógicamente no he escuchado en la radio ni he leído en ningún periódico cosa que me hubiese encantado hacer (del Aris y de cualquier otro equipo). Para ver la previsible alineación y cualquier cosa de este equipo que tenga algo que ver con el Real Madrid o el Barça cómprense la prensa deportiva o escuchen la radio. Recuerden también, antes de juzgar las imprecisiones de unos y a otros, que ellos viven de lo que escriben y yo no.

Va en serio (Ath. Bilbao 1 - At. Madrid 2)





Decía Aristóteles que el carácter es el resultado de la conducta y seguramente tenga razón. Es difícil sacar conclusiones o teorizar al respecto de la asombrosa metamorfosis que ha sufrido el Atlético de Madrid pero lo cierto es que está ahí y tiene mucho que ver con la personalidad que como agua bendita ha terminado apareciendo en este equipo. Al comenzar el partido los colchoneros nos sentábamos en el sillón sacando pecho. Al acabar seguimos felices y contentos. Con todos los peros que se quieran pero felices y contentos. Felices por el resultado y el lugar privilegiado que nos deja en la liga y contentos porque lo que vemos en el campo es un equipo de fútbol. Un equipo de fútbol que ha desarrollado un carácter desconocido durante muchos años que no deberíamos abandonar nunca, ocurra lo que ocurra a partir de ahora. Esto va en serio.

A pesar de que los últimos años (quitando el pasado) hemos ganado en “la catedral” jugar contra el Athletic en su campo es complicado. Es complicado por el ambiente y la presión que tan bien sienta al los leones junto a ese violento y fogoso “juego” que impone su ilustrado entrenador. Pero el Atleti salió con el mismo talante de los tres últimos partidos, ese talante que respeta al contrario sin temerlo y que a base de rigor táctico y generosidad en el esfuerzo trata de imponer su propia personalidad en el terreno de juego. Y lo hizo. Adelantando un defensa poderosa y con el doble pivote ejerciendo de sólido stopper y primera punta de lanza de pases laterales a los cuatro de arriba el atleti se hizo con el dominio del partido que lógicamente llevaba en el paquete el balón. Sin especulaciones ni circulaciones absurdas el equipo colchonero trataba el esférico con criterio e inteligencia haciéndose poco a poco con todas las parcelas del juego mientras anulaba al contrario. Los primeros 15 minutos de los madrileños son como para asustar al resto de equipos.

El primer gol lo cambió todo. Un gol, perfectamente trazado por un equipo que juega como equipo. Con una velocidad brutal el balón llega al área tras otra gran jugada de Agüero (la enésima) para que Simao deja el balón de tacón a Forlán que hace lo que mejor sabe hacer, meter gol. A partir de ahí el equipo se echó peligrosamente atrás pero a diferencia de otras veces tengo la sensación de que fue más por el vigor y el empuje del rival que por decisión técnica. No me gusta ver al Atleti así pero al menos sirvió para confirmar la buena pinta que tiene la defensa este año con un Domínguez que sigue la línea de la pasada temporada y un Godín que para mí ha sido el mejor del partido. El urugayo ha sido el líder de una defensa que se las tenía que ver con Llorente y el permanente juego vertical de los bilbainos y que han sacado con un solvencia pasmosa. De hecho aunque el dominio del juego paso a manos de los vascos lo cierto es que De Gea no pasó un sólo apuro en lo que quedaba de la primera parte ni prácticamente todo el partido.

El problema es que el Atleti cayó en el juego bronco, fogoso y directo de los bilbainos lo que no le vino bien. Pelotazos, balones al aire, velocidad gratuita,... Mucha culpa de ello la tuvo la pareja de mediocentros, especialmente Raúl García, que olvidó su papel de centrocampista para meterse demasiado atrás entre los centrales. El navarro ha empezado bien la temporada a base de no intentar hacer lo que no sabe, conocer sus limitaciones y jugar con sencillez e inteligencia pero a veces eso no vale. Le falta talento para tomar las riendas del partido, bajar el balón y hacerlo circular. Entonces empecé a echar de menos a Tiago sin saber bien porque no había salido pero luego tuve oportunidad de comprobarlo.

La segunda parte comenzó de la misma forma pero mientras la primera había sido un partido fuerte, juego al límite pero sano y noble en la segunda los de Caparrós metieron otra marcha más en su particular forma de entender el fútbol y se fueron al límite de la legalidad. Detesto con todas mis fuerzas los equipos que se dedican a destruir el juego a base de patadas y Caparrós en un genuino representante de esa escuela. Alguno no verá demasiada diferencia entre lo que pasó en la primera parte y en la segunda. Yo si. Cada vez que los colchoneros robaban e intentaban armar el contrataque recibían una tarascada del primero que pasase por allí. Admiro mucho la filosofía del Athletic, su pasión y su forma de entender el fútbol pero esto no. Me parece insultante que encima se quejen de un arbitraje que ha sido excesivamente condescendiente con la violencia de los leones. De hecho no pasó mucho en el campo hasta que una entrada criminal de un tal Gurpegi le partía la rodilla al Kun Agüero. A esta hora no se sabe lo que tiene el argentino pero lo mínimo que le pueda pasar ya es gravé. No es que la entrada sea al borde del penalty (personalmente creo que no es) o que sea el último jugador o no (tengo mis dudas) es que la entrada es de expulsión directa ocurra donde ocurra. Tanto Cristiano Ronaldo y tanta monserga para que luego pasen sin pena ni gloria ejercicios de violencia como este que deberían dejar al tal Gurpegi en el dique seco unas cuantas semanas. Lamentable.

Y así siguió el partido, entre patadas, pelotazos verticales a Llorente y la sólida e infranqueable defensa del Atleti. Así hasta que otro buen contrataque de los madrileños acabó en Diego Costa (había salido por el Kun y aunque ha hecho cosas interesantes no me termina de convencer) que dobla el balón a Forlán y este a Simao que entra por la derecha. El portugués controla mal y remata muy escorado parando el portero el balón pero sin poder atajarlo lo que aprovecha Tiago (que acababa de salir por Reyes) para marcar de cabeza llegando desde atrás. 0-2 y partido encarrilado.

Decía antes lo de Tiago porque en estos minutos finales salió y se vio que el portugués no está todavía en forma. Lento, fallón y con errores tácticos que precisamente es un de sus mejores virtudes. El gol de Llorente llegó con una subida de Perea (muy bien todo el partido jugando de lateral) que le pilla en campo contrario y no puede acabar la presión. Tiago no cierra bien la subida del colombiano y por ahí entra el Bilbao desbordando con pasmosa claridad a Tiago y metiendo el balón letal en el área en el único fallo defensivo de los madrileños. Quedaban diez minutos que fueron de angustia pero que no impidieron que se hiciese justicia.

Por primera vez en muchos años este equipo supura seriedad y confianza. La plantillas es corta y los siguientes compromisos muy complicados con lo que es aventurado soñar con purpurina pero si logramos salir indemnes del próximo mes creo que viviremos tranquilos y esperanzados lo que queda de temporada. El tiempo dirá pero después de mucho tiempo estoy deseando que ocurra.

Kosovo Polje



El día de San Vito de 1389, en el campo de los Mirlos de la región de Kosovo, tuvo lugar la batalla de las batallas, aquella que enfrentó a las tropas de una incipiente nación serbia lideradas por el príncipe Lazar contra las tropas del creciente y poderoso ejército turco liderado por el sultán Murad I. El ejército turco, muy superior en miembros y poderío, arrasó las tropas serbias tras una cruel batalla que dio con la muerte del príncipe Lazar y que suponía el inicio del fin para la nación serbia ya que poco después era absorbida sin miramientos por el imperio otomano, donde permaneció doblegada durante siglos hasta el final de la primera guerra mundial. Sin embargo, en contra de toda lógica aparente, los serbios celebran el día de San Vito como fiesta nacional y consideran ese día y esa batalla precisamente como los cimientos de la nación serbia.

En este esperanzador inicio de campaña en el que salen colchoneros de debajo de las piedras, donde se acabaron las risitas condescendientes de los vecinos endiosados que bastante tienen con lo suyo (salvo algún iluminado disfrazado de sindicalista y con residencia habitual en Venus), donde nos sentimos orgullosos de ver nuestro escudo en sitios donde antes no aparecía y donde los atléticos nos levantamos por las mañanas henchidos de orgullo recordando nuestros recientes y maravillosos éxitos europeos me gustaría recordar, aunque sea brevemente a modo de humilde reflexión, lo que ocurrió en Barcelona en fechas no muy lejanas al día de San Vito, en las gradas del Camp Nou después de perder la Copa del Rey.

Desde que en 1996 levantáramos el título ligero que redondeaba nuestro mítico doblete, el Atlético de Madrid (y con él todo lo que este club representa) emprendió un descenso a los abismos que si en lo institucional no hacía más que seguir la tendencia que sus dirigentes habían marcado (la de chupar de una institución que habían “adquirido” muy barata) y en lo deportivo destrozaba sin miramientos la centenaria historia aterrizando en un secarral de mediocridad y vergüenza, en lo social la sufrida y eterna afición colchonera perdía las referencias, se moría en los recuerdos, se desangraba por heridas inesperadas después de agarrarse a los brazos de los que pretendían salvarnos y mutaba en multitud de versiones y sucedáneos que aparecían como imitaciones malas y baratas de lo que una vez fue. Pasada una década ya del nuevo siglo el Atlético de Madrid era una institución plana, confusa y tramposa dirigida por fríos especuladores mercenarios, sostenida por una sección deportiva triste, inconexa, sin cabeza, sin espíritu y sin discurso que era animada por una afición escondida, agotada, sin referencias, entre confundida y hastiada que estaba en permanente e inútil guerra civil, separada en miles de facciones de tamaño infinitesimal y que poco a poco se renovaba como oruga transgénica en una mariposa mediocre y vulgar.

El príncipe Lazar consiguió aglutinar a todos los nobles serbios bajo una misma causa igual que la esperada Europa League de Hamburgo conseguía después de muchos años juntar a todos los atléticos (si no físicamente al menos en espíritu) en el mismo sitio, gritando lo mismo y aunque parezca irónico por la misma causa: un atleti campeón. En los alrededores del precioso HSH Nordbank Arena mientras servidor daba vueltas buscando a mis compañeros de viaje al acabar el partido o tomando cervezas después, en la húmeda noche de Hamburgo, lo único que vi fueron atléticos felices. Era incapaz de saber con precisión entonces si estos atléticos estaban de acuerdo o no conmigo en la forma en la que yo veo esta bendita institución. Aquel título rompía la maldición y el hechizo maligno que teníamos como una nube negra encima de la cabeza y de repente nos vimos aliviados frente a una realidad que estaba ahí pero que éramos incapaces de ver o sentir. Nos miramos un poco más arriba del ombligo y resulta que estaba el escudo del oso y el madroño.

La final de Copa era nuestra batalla de Kosovo. Allí fuimos los atléticos juntos por fin a hacer historia, unidos bajo una misma voz (independientemente de peculiaridades) en una riada espectacular e inolvidable. Las horas previas al partido fueron de una intensidad y emoción que muchas atléticos nunca habían vivido y otros ya no recordaban. Volvíamos a ser la familia atlética y volvíamos a ser esa afición divertida, noble, peculiar, genuina, legendaria y envidiada, incapaz de ser comprendida por otros aficionados de espíritu mercenario y de dudoso concepto de generosidad. Esa afición capaz de levantar equipos, aplaudir rivales, cerrar bocas y hacer llorar a jugadores y entrenadores. Esa afición…, la afición del Atleti.

Pero se perdió la batalla.

Para intentar entender el mito serbio, ese que adora al mártir del príncipe Lazar y la batalla de Kosovo, hay que irse a la épica medieval serbia que dice que el príncipe decidió entonces trascender a la historia ganando el reino celestial por encima del reino terrestre. La actitud y honorables acciones del príncipe y su ejército aquel día fueron acordes a los criterios celestiales de valores, justicia o verdad y así quedaron marcadas para la posteridad. Independientemente de victorias o derrotas, se decidió construir una nación sobre esos pilares.

40 minutos después de ser derrotados en el campo la afición colchonera seguía gritando orgullosa, animando a su equipo y tapando con cánticos y sin insultos la alegría del equipo rival, incapaces de entender que la victoria o la derrota pueden ser alegres o tristes, puntuales o constantes pero ser del Atlético de Madrid no resiste especulación. El rival no lo entendía y la prensa, admirada ante lo que veían, tampoco. Nosotros sí. Elegimos los valores del reino celestial. El Atlético de Madrid está por encima de victorias y derrotas. Los aficionados aplaudían a un equipo que había dejado la vida, que había sido valiente, que había querido ganar y que no había especulado con la historia o el escudo. Esos son nuestros valores, nuestra justicia y nuestra verdad. Ya no valen excusas. Ya no valen otros discursos engañosos y mentirosos. Con copas y sin copas. Esos son nuestros pilares y sobre eso hay que construir.

Que nadie se olvide nunca. Somos el Atlético de Madrid.

Vuelta al cole



Nunca me ha gustado eso de empezar la liga para después de una jornada esperar dos semanas hasta retomar la competición gracias a los compromisos internacionales. Desata una sensación de ansiedad bastante desagradable y hace que mire a la selección con ojos recelosos, como si me estuviesen privando de algo.

Este año encima hemos empezado bien, muy bien, así que la sensación de ansiedad se acrecienta con esa teoría conspirativa que dice que los parones no son buenos para el que está en racha. En racha sí, pero tampoco tengo tan claro que estemos tan bien. Si miramos atrás hace tres semanas nos encontrábamos arrastrando el escudo por torneos veraniegos en decadencia y no hace muchas horas que hemos vuelto a hacer la enésima jaimitada de vender un jugador de la plantilla (el que más minutos jugo el año pasado) justo el último día de plazo.

Nunca he sido un gran defensor de Jurado y creo que la venta tal y como vino era inevitable al ser una buena operación económica para el equipo (y sobre todo para el jugador) pero no se pueden hacer así las cosas. No el último día. No con una plantilla tan corta. No sin plan B. Bueno o malo Jurado era un jugador importante para Quique y un día antes de poder rectificar decides quitárselo. ¿Quién puede asegurar que no nos lamentaremos?

Pero en fin, prefiero abrazar esa actitud optimista tan poco inteligente de quedarse sólo con lo bueno y seguir disfrutando de este periodo de paz, sosiego y tranquilidad mientras pueda. Al fin y al cabo somos supercampeones y quien no se ha visto en la misma tesitura que estos personajes durante estos días….