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Labor de bandolero



Sevilla 3 - At. Madrid 1

La víspera de este tipo de partidos es el caldo de cultivo perfecto para disfrutar de otro de los muchos tópicos del mundo del fútbol como es el que protagoniza el entrenador de turno diciendo que no conoce la forma de decirle a sus jugadores que salgan a perder y que por tanto sólo queda la opción de ganar. Bonita frase que queda de lujo de en el balcón de algún diario advenedizo pero que enmascara más cosas de las que enseña. El Atlético de Madrid hoy no se jugaba absolutamente nada pero una victoria suya podía incluso perjudicar a los colchoneros en su intención de jugar en Europa la temporada que viene suponiendo que las dos finales en ciernes se resolviesen de la forma menos querida lo que dejaba una situación extraña en jugadores y cuerpo técnico. Incluso como espectador se hace difícil afrontar este tipo de partidos en el que realmente te da igual lo que pase pero reconozco que aunque mi sensación inicial era así de pasota, según avanzaba el partido hubiese deseado ganarlo. Especialmente viendo la delictiva actuación del señor colegiado que ha sido como para ganarse el dar el pregón de las fiestas de algún pueblo del Aljarafe. Supongo que deslumbrado por el blanco nuclear de las camisetas del equipo sevillista y acostumbrado al efecto relajante que ese color tiene en el criterio arbitral de esta gente, el trencilla ha decidido castigar al los rojiblancos como si fuésemos culpables de algún inconfesable delito. Hasta a mí, que rara vez hablo de los árbitros, se me hace imposible obviar una labor tan lamentable. Si hubiese un tribunal para estas cosas lo mallorquines estarían en su derecho de denunciarlo.

En cualquier caso el partido tiene realmente poca historia. El Sevilla, jugándose los puestos de Champions, salió con la tensión y concentración necesaria para lo que se estaban jugando. El Atleti no lo hizo y ya la alineación dejaba a las claras que las intenciones desde el banquillo no parecía que fuesen las de hacerlo. Cabrera debutaba después de estar entrenando desde el verano, habiendo jugado Pernía antes que él, y aunque lento y sin destacar especialmente en nada tampoco estuvo especialmente desacertado el uruguayo. Incomprensible que el argentino fuese una mejor opción. Camacho, Salvio, Jurado, Valera,... tan sólo sorprendió la salida del Kun que sinceramente sobraba. Simplemente el empuje inicial y el típico error defensivo de los madrileños cuando no están metidos en el partido sirvieron para que los sevillistas se pusieran por delante en el partido mediante un rechace en el segundo palo a la salida de un córner que Luis Fabiano aprovechaba.

Tenía curiosidad por ver que personalidad es la que el bueno de Álvarez ha inculcado a este Sevilla tras la marcha de Jiménez pero si tengo que fiarme por lo que he visto en la tarde hoy me temo que a los sevillanos les espera más de lo mismo en las próximas fechas. No lo veo como un entrenador de futuro si lo que hace es intentar imitar a su predecesor. Mucho rigor defensivo, agresividad, tacticismo... y poco fútbol. Si con un Atleti blando y roto los del nervión deciden seguir olvidándose del balón, de controlar el juego y el partido o renunciar a la creación me temo que no lo van a hacer nunca y que están claras cuales serán las señas de identidad del equipo en el futuro. Cada uno es cada uno y todos los sistemas valen pero me da pena ver a determinados jugadores de la plantilla del Sevilla corriendo siempre detrás del balón. El caso es que con ese panorama enfrente y sin que los colchoneros se despeinasen demasiado se hicieron tímidamente con el juego y el ritmo del partido aunque el empate llegase a balón parada tras cabezazo de Camacho y remate de Tiago, que mientras le duro la gasolina fue el mejor de los rojiblancos.

El empate dejó durante unos minutos el escenario pre-gol del Atleti, un Sevilla concentrado, agresivo y esquivo con el juego y unos madrileños que poco a poco se quitaba la torrija a base de un poco de balón y briznas de criterio para distribuirlo... pero entonces apareció el árbitro para despejar dudas. Un balón dividido en la esquina del área al que Adriano y Valera entran con todo. Valera, que no es precisamente un jugador muy dotado en cuanto a inteligencia dentro del campo, lo hace con ampulosidad y probablemente haciendo juego peligroso pero ello, unido a la sentida actuación del sevillista, fue suficiente para el colegiado pitase una socorrida pena máxima que transformó Negredo. Suponiendo que sea penalty, es de esos penalties que sólo se pitan a favor de determinados equipos (y ni el Sevilla ni el Atleti suelen estar en ese grupo).

No cambió nada excesivamente tras el gol pero mientras los de blanco se aferraban al músculo y la tensión los madrileños poco a poco se olvidaban de la verticalidad que minutos antes se intuía y aunque daba la sensación de que en cualquier momento podían llegar a empatar el partido lo cierto es que no ocurría porque no llegaban. Tarde en el rechace, evitando meter la pierna, carentes de intensidad,... así es muy difícil ganar un partido pero lo es todavía más si el que arbitra es un tipo que sufre ataques psicóticos que le obligan a pitar el pito sin venir a cuento y que tiene visiones repentinas que provocan espejismos. Sólo se me ocurre esa explicación para entender el segundo penalty de la tarde. Si eso es penalty yo soy un enviado del planeta Saturno. Si ese señor ve penalty a los dos metros que estaba de la jugada me temo que este señor tiene un problema mayor que el de la vista. Cualquier otra opción de porque pitó penalty es incluso más sospechosa. Lamentable lo del colegiado que así se cargaba un partido que había ya nacido roto.

La segunda parte fue un soporífero paquete de fútbol pesado, absurdo e intranscendente en el que uno de los equipos no quería que pasase nada y el otro no tenía demasiadas ganas de contradecir al adversario. Durante unos minutos el empuje de los pesos pesados del equipo colchonero hizo albergar la mínima esperanza de que el partido pudiese acabar con algo de emoción pero el colegiado volvió a erigirse en el protagonista de la tarde cuando anuló, básicamente porque le dio la real gana, un gol legal del Kun Agüero. Dicen que lo anuló por fuera de juego pero podría poner en el acta que lo ha hecho por culpar al Kun de no saber recitar el Romancero Gitano que tendrá la misma verosimilitud.

El inútil de Pérez Burrul ponía así la puntilla a un partido que seguramente hubiese acabado de forma parecida sin tener que atentar contra varios mandamientos y que estoy seguro no tendrá nada que ver con la esperada final de copa. Eso si, espero que Quique deje de jugar a dar lustre, honor y categoría a una competición que no lo tiene (la liga española es lamentable desde todos los puntos de vista) y evite volver a poner a Agüero en el campo antes de las finales. No tiene ningún sentido.