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Profesionalidad

Hace tres años, al finalizar la temporada 2005-2006, la “genial” directiva rojiblanca, esa dirigida por un antipático veterinario que se hizo cargo del atleti por enchufe el día en que Jesús Gil decidió que le quitaba mucho tiempo esto del fútbol profesional, decidió hacer cambios en todos los sectores del club para, según sus propias palabras, dotar a la institución de una mayor “profesionalidad”, remarcando lo de “profesionalidad” en contraposición del orgullo, la empatía, la pasión o el corazón, conceptos aparentemente incompatibles con la idea de club que tiene el ilustre veterinario. Al parecer, el problema de la patética trayectoria del equipo desde la vuelta a primera división (y los últimos años antes de llegar al “infierno” en los que “calamidad” era el jefe) no era la vergonzosa gestión deportiva, más digna de un local de lenocinio que de un club histórico, sino que radicaba en los trabajadores de pasado colchonero que pululaban por los pasillos del club. De esa manera tan sutil la cantera y las categorías inferiores quedaron presuntamente al cargo de un señor llamado Amorrortu (hay personas que afirman que el tal Amorrortu existe), la secretaría técnica en manos del tipo que echó a Benitez del Valencia y la dirección deportiva quedaba en manos de un simpático monologuista de acento exótico.

Tres años después los tres personajes que tenían que traer la “profesionalidad” a una institución centenaria siguen desempeñando sus cargos pero la profesionalidad parece haber mutado en lo que a su definición se refiere hacía algo parecido a la mediocridad. Los tres personajes siguen cobrando por llevar una camiseta que les viene grande, que desconocen, que les da alergia y que no les gusta. Una camiseta que intentan cambiar por todos los medios para que se ajuste a ellos y no al contrario. Una camiseta que les duele y les molesta pero que les engorda el curriculum además de darles de comer.

Las categorías inferiores siguen entrenando en canchas alquiladas, han adoptado sin esfuerzo la mediocridad reinante en el resto de departamentos del club y pasan desapercibido por los campos españoles hasta el día en que nos demos cuenta de que estamos luchando la promoción por descender de categoría en cualquiera de sus divisiones. El incomprensible tapón artificial que existe en el primer equipo, gracias al ideólogo mexicano, tampoco es que ayude mucho a ilusionar al personal. La secretaría técnica ya no existe y en su lugar tenemos una especie de suculento engendro inspirado en “El Bombero Torero” donde entre constantes desprecios y desplantes a la afición de la que vive, el señor de los trajes caros y las palabras necias cuela cada verano misteriosos fichajes “sorpresa” que nadie excepto su talento mercenario y las comisiones entienden. En la dirección técnica, encajando perfectamente con el otro par de “profesionales” y aferrado a su rupestre concepto abortista del fútbol, sigue ejecutando su particular decálogo de estulticia el mismo tipo que califica los 0-6 en el Calderón como de “sólo tres puntos perdidos”.

Siempre he pensado que era más fácil que MA Gil, Cerezo, Aguirre, Pitarch y Amorrortu entendieran al atlético de Madrid (igual que lo hemos hecho todos) e intentaran adaptarse a su concepto en lugar de que ocurriese justo todo lo contrario pero es evidente que estaba equivocado. Esta cuadrilla de señores grises están transformando un muy particular club centenario a su vulgar imagen y semejanza pero basta ver una foto de los protagonistas o escucharles hablar para ver de qué imagen estamos hablando.

Desde luego algo falla entre los colchoneros y no hace falta ser muy hábil para ver que entre nosotros hablamos de cosas distintas hablando de lo mismo. Yo hablo de un club cuyo proyecto deportivo está en ruinas y en claro declive mientras otros hablan de un club asentado que cumple los “objetivos” y en claro ascenso. A tenor de los medios de comunicación y la respuesta de la afición en los foros o en el estadio cada día tengo más claro que soy yo el que se equivoca pero me resisto a admitirlo por una sencilla razón, si fuese así tendría que reconocer que llevo muchos años animando al equipo equivocado.