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¡Un abrazo!

Cuento de Navidad

Era víspera de navidad y el “Señor atleti” hacía sus cuentas en solitario sin importarle lo que pudiesen pensar o decir sus “aficionados”. El “Señor atleti” decía ser dueño de la empresa en la que todos vivían y no se preocupaba más que de exprimirla por dentro mientras intentaba aparentar por fuera que estaba sana. Su proverbial y desconcertante avaricia era sin embargo desconocida para el resto de la ciudad aunque no así para los aficionados que espiritualmente vivían de acudir religiosamente al “Calderón”, que por otro lado el “Señor atleti” también decía poseer. Eran tiempos difíciles para los aficionados donde lo único que podían hacer era aplaudir al impertérrito “Señor atleti” sino querían ser expulsados por “pesados”.

La víspera de Navidad el “Señor atleti” se fue a dormir sin alegría porque entendía que la alegría, el espíritu, la hermandad o la belleza son conceptos retrógrados que a nadie le importan. No son realistas, no se miden, no se venden y por lo tanto no importan. El “Señor atleti” estaba satisfecho con los objetivos “realistas” que se había auto puesto de tal modo que con esos números tan aparentemente gráficos, sin serlo, golpeaba a cualquier estúpido que acudiese a su puerta reclamando algo de diversión, orgullo o incluso dignidad. El “Señor atleti” se acostó pronto porque no tenía nada que celebrar con nadie.

Pero pasadas unas horas el “Señor atleti” se despertó súbitamente y agitado. El corazón de piedra que nada sentía hacía unos minutos parecía salirse ahora de su cuerpo y se quedó paralizado cuando vio justo delante un inmenso ser que lo miraba fijamente con ojos de bondad pero rictus severo. Le resultaba familiar esta cara al “Señor atleti” pero no terminaba de ubicarla. “Soy el espíritu del Atlético de Madrid del pasado y vengo a que des una vuelta conmigo”. Sin tiempo para reflexionar sobre lo que estaba pasando el “Señor atleti” se vio en la antigua Ronda de Vallecas, justo al borde del retiro, donde unos estudiantes de ingeniería vascos enfundados en sus casacas blanquiazules y sobre un campo ligeramente inclinado, disfrutaban de ese deporte que habían inventado los bárbaros de la pérfida Albión. Sus primos de Bilbao les habían dado la idea y allí estaban los fundadores del Athletic de Madrid jugando su primer partido. El “Señor atleti” dibujo entonces una desconocida sonrisa en su rostro.

Tras un breve parpadeo, el “Señor atleti” pudo ver el traslado del equipo al estadio Metropolitano y tras muchos partidos apasionados y de buen juego que pasaban a toda velocidad por delante de su mirada al final se detuvo en lo que parecía ser la calle de Bravo Murillo viendo corretear a un chaval de 14 años con gorra que gritaba a todo pulmón: “goleada, goleada”… El “Señor atleti” esbozo otra ligera sonrisa al recordar la hoja que resumía los resultados de la jornada cuando no existía radio ni televisión pero la sonrisa se tornó asombro cuando vio en la hoja que el Atlético había ganado la liga. Sin tener tiempo para unirse a las huestes que venían celebrando por la avenida de Reina Victoria el “Señor atleti” dio otro salto en el tiempo para ver como el club conseguía en propiedad con el dinero de su patrimonio el estadio Metropolitano en unos excelentes años de títulos y gestiones por parte de la presidencia colchonera, una presidencia amateur y entregada que entonces no vivía de ello.

Todo seguía avanzando muy rápido ante los ojos del “Señor atleti” pero le dio tiempo a ver y recordar la junta que decidió construir el estadio del Manzanares con el dinero de los socios colchoneros, la recopa ganada, las ligas, las copas, la maldita final de la copa de europa, la copa intercontinental, la sección de balonmano, el madrileño en segunda división, la sección de voleibol…. El “Señor atleti” vio también como hablaban los entrenadores y equipos rivales de los “colchoneros”, lo que se pensaba en Europa de ese equipo o el orgullo y la exigencia de una afición radical y exigente en lo sagrado pero generosa y entregada con la esencia del club. Al final, la mirada del “Señor Atleti” se posó en un pequeño hogar madrileño donde observó como un abuelo orgulloso de su atleti contaba a su nieto las hazañas de aquello en lo que creía y con lo que se sentía identificado. El “Señor atleti” volvió al calor de su alcoba sin todavía poder borrar la sonrisa de su cara.

Pero no le duró mucho el sueño ni la sonrisa al “Señor atleti” porque pocas horas después una luz cegadora entró por la ventana de su habitación alumbrando el rostro de un tipo delgado de traje roído y pelo lacio que llevaba un decadente collar de pedrería colgado en su cuello descamisado. “¿quién eres y qué haces aquí? pregunta asustado el “Señor atleti”. “Soy el espíritu del Atlético de Madrid del presente y vengo a que te des una vuelta conmigo”. Sin tiempo de reaccionar el “Señor atleti” va pasando por todas las redacciones deportivas del presente y escuchando los continuos chistes que de su equipo se hacen allí. Como ráfagas aparecen ante sus ojos diferentes escenas que aunque no le son del todo ajenas ahora tienen un significado diferente… ve como unos jóvenes ataviados con la camiseta del Liverpool y la bufanda del atlético de Madrid celebran en Neptuno la consecución de la cuarta plaza de una liga para olvidar, ve como el equipo cae eliminado en la UEFA haciendo el ridículo y jugando al patadón frente a un equipo que sólo sabe jugar al patadón. Ve la cara de los aficionados colchoneros cuando salen del estadio (en Madrid y en Barcelona) después de ver como les han metido seis goles, caras que contrastan con la forma insultante con la que el entrenador explica después el “traspiés”. Ve como los aficionados en el Calderón se van sistemáticamente del estadio sin que los jugadores agradezcan sus constantes ánimos, ve como las ruedas de prensa de nuestro entrenador se parecen sospechosamente a las ruedas de prensa de los equipos que pelean por el descenso y ve como la gente en el estadio se aburre hasta la extenuación. Nota cierta vergüenza también al ver como su equipo sale normalmente acobardado a los campos y como de hecho es incapaz de ganar a ninguno de los llamados equipos grandes con los que hace unos años jugaba de tú a tú. Ve como en los mercadillos europeos aparecen camisetas del Madrid y del Barça pero también del Sevilla, Villarreal o Valencia mientras es incapaz de ver una sola con los colores rojiblancos y el escudo del atleti. También ve como se firma un bochornoso acuerdo con el ayuntamiento para abandonar su estadio a cambio simplemente de jugar en otro estadio supuestamente mejor que está por hacer, que está fuera de Madrid y cuya forma final está además condicionada a la concesión o no de organizar unos juegos olímpicos a la ciudad.

La escena se para en un humilde hogar del barrio de la Arganzuela donde se ve a un gentil anciano dormido frente al televisor en el que están echando un soporífero partido de liga del Atlético de Madrid. El “Señor atleti” reconoce la cara del anciano como la del crio al que antes su abuelo le estaba contando las hazañas de su atleti. La siguiente generación sin embargo, los hijos y nietos del dormido anciano, están ahora en otra habitación, ignorantes y ajenos a lo que ocurre en la pantalla. El “Señor atleti” observa con algo de lástima la camiseta del Real Madrid que lleva puesta uno de los nietos del anciano y no puede evitar soltar una lagrimita antes de volver a su habitación.

Casi sin tiempo de volverse a dormir y sabiendo lo que falta, el “Señor atleti” espera sentado al “espíritu del Atlético de Madrid del futuro”. Se trata de un tipo bajito y arrugado de lustre opaco y voz altiplana. Sin apenas dirigirse la palabra ambos recorren sin demasiada pasión el panorama gris y taciturno que depara el recorrido. Los periódicos deportivos ya no citan nunca al equipo en la portada y solamente en las remotas páginas interiores, entre fotos de chicas desnudas y los últimos cotilleos del “corazón deportivo” se puede encontrar algo relacionado con el equipo. La institución parece cumplir puntualmente y con solvencia el objetivo marcado por la directiva de permanecer en primera división, hazaña que celebran eufóricos en Neptuno los pocos aficionados al atlético de Madrid que quedan, casi todos ellos venerables ancianos simpáticos y generosos que siguen soñando con volver algún día a jugar la Intertoto. Existe también un “nutrido” grupo de siete personas, inadaptados sociales de edades centenarias también, que no se soportan entre sí pero que abogan por separado por un atleti distinto. La plantilla del equipo está compuesta por 22 jugadores extranjeros lo que no es ninguna sorpresa teniendo en cuenta que las categorías inferiores han desaparecido hace años por no ser “rentables”. El equipo juega desde hace 15 años en unas instalaciones supletorias colocadas en la salida 20 de la M-70 mientras espera con ansiedad que se culminen de una vez por todas las obras de lo que antiguamente se llamaba “La peineta” y que quedaron congeladas hace tiempo debido a una terrible crisis poco después de que el ayuntamiento decidiera unilateralmente derribar el Vicente Calderón. El antiguo emplazamiento del mítico estadio es ahora un bonito y ecológico centro comercial dedicado al fútbol donde se encuentra la tienda del Real Madrid más grande de Europa. Por razones comerciales el equipo ya no juega de rojiblanco sino con unos simpáticos rombos de color pastel que imitan el logotipo del patrocinador del equipo. El juego que despliega en el terreno de juego es el clásico “pelotazo con cerrojazo” que han adoptado como propio y que llevan practicando con destreza desde tiempos inmemoriales. De hecho asistir a un encuentro del atleti es toda una epifanía a la tristeza y una ambiciosa elegía a la mediocridad con la que su escasa y menguante afición se siente identificada y contenta hasta el punto de que la mayor fuente de ingresos del club proviene de una línea de merchandising para frikis que se lanzó con el lema “somos el pupas”.

La imagen se para en la celebración de una boda donde podemos ver un corro en el que está el nieto que llevaba la camiseta del Real Madrid, ya mayor, con la cara completamente colorada de vergüenza mientras que sus colegas se ríen a carcajada limpia. El motivo parece ser que uno de ellos se ha enterado de que su abuelo era abonado del atleti. El “Señor atleti” no necesita más y pide entre sollozos que acabe aquello pero todavía le queda asistir entre lágrimas verdaderas al día en que la licencia deportiva del club es retirada por reiterados impagos, la huida a las islas Caimán de los dirigentes, la declaración en quiebra de la entidad y la desaparición tácita de lo que en tiempos fue un grandioso club. El “Señor Atleti” asiste a su propia muerte. Sólo 7 ancianos acuden al entierro juntándose en el mismo sitio y a la misma hora por primera vez en su vida.

El “Señor atleti” se despierta el día de Navidad preguntándose si todo ha sido un sueño pero comprobando aliviado que todavía no ha pasado nada. Empieza el año 2009, el equipo está en posiciones dignas, el estadio sigue en pie y existe un nutrido y apasionado grupo de seguidores dispuestos a cualquier cosa por su atleti. Abre las ventanas, toma un profundo soplo de aire fresco y decide encarar con espíritu renovado el futuro. “Al futuro sin olvidar el pasado”, se dice para sí mismo…¿o quizás está diciendo todo lo contrario?

(Artículo públicado en Pobreatleti.com el 18/12/2008)

Gafas y jersey suelto (duerme bien viejo amigo)

“Que forma de reaccionar...¿Sabías que no estabas volviendo?¿Había una luz al final?”

Existe un subgénero cinematográfico no muy reconocido por la crítica especializada que es ese en el que se enmarcan las películas de adolescentes en el instituto. En esas películas siempre hay fiestas, chicas guapas, baile de fin de curso y reyes del baile. Muchas de esas películas tratan también de una chica tímida y fea que acaba siendo precisamente la reina del baile aunque gracias a Dios el público de este género no es muy exigente y prefiere quedarse en el concepto porque sería muy fácil observar que basta quitarle las gafas y el jersey suelto a la chica fea para que se convierta en un bellezón de repente. En otras palabras, la chica es un bellezón desde el principio pero le ponen gafas y un jersey suelto para disimularlo. El Atlético de Madrid actual es esa chica fea que no lo es. Es esa chica guapa por dentro que desgraciadamente aparece en público con gafas y jersey suelto por alguna razón que se escapa a mi conocimiento. En la noche de hoy frente a un Español en caída, con una racha de resultados buena y una situación inmejorable en los primeros minutos de juego el equipo prefirió olvidarse de peinados bonitos, escotes generosos y poderío de ganador. Su lamentable entrenador, Javier Aguirre, decidió volver a vestir el equipo con lo que a él más le gusta: gafas y jersey suelto.

Y es que el equipo salió bien lo que afortunadamente es algo que se está convirtiendo en una costumbre. Frente al empuje inicial del Español el equipo se plantó serio, ambicioso, presionante y poderoso. Con esas premisas puede ocurrir cualquier cosa, es cierto, pero lo más normal es que teniendo el equipo que tenemos la mayoría de las veces obtengamos botín positivo como así fue en la noche de hoy. Una de las muchas jugadas trenzadas que hacía el equipo por la banda izquierda (¡cómo lo oyen!) acabó en un centro al área que Asunçao no puede rematar pero que recoge Maxi, gira el cuerpo para cambiarse la pelota de balón dentro del área y empotra el esférico en el fondo de las mallas con una violencia terrorífica. 0-1. El partido estaba controlado, el ritmo era bueno, el Español no encontraba su sitio, el control del balón era del atléti, el control del partido era del atleti y el partido se presentaba tranquilo y divertido... hasta que Javier Aguirre decidió, como siempre, sacar las gafas y poner el jersey suelto.

“Puede que las cosas hubiesen cambiado. Tu estarías ahí de pie sonriendo otra vez. Ahora flotas hacia el cielo.”

A partir de ese momento el partido entró en la dinámica que desgraciadamente es ya marca de la casa. Alergia al balón, lentitud, desapego por la velocidad, patadas, balonazos, pérdida de tiempo, especulación, fallos en defensa, fallos en ataque, centro del campo inexistente física y espiritualmente, juego aéreo, tosquedad, aburrimiento... les prometo que este que escribe ha flaqueado un par de veces y ha estado a punto de dormirse. ¿El Español? pues eso, un equipo muerto al que le das el balón y le dejas jugar cerca de la portería contraria suele venirse arriba y eso hizo. Lo hizo el Español y lo hicieron todos los equipos contra los que hemos jugado y nos hemos puesto por encima en el marcador. Alguien debería tomar nota y alguien debería aprender de los errores pero ni una cosa ni la otra.

Comenzó la segunda parte con la misma dinámica que acabó la primera y lógicamente pasó lo que tenía que pasar, un agujero tremendo en la banda izquierda es aprovechado por el Español para que Sergio Sánchez empale el balón a la escuadra contraria de Leo Franco que no puede hacer nada. 1-1 y la fría y desanjelada grada periquita se las promete felices... pero es en ese momento cuando vemos que el Atleti no es esa chica fea que parecía minutos antes sino un bellezón con grandes atributos. Con el empate en el marcador parece que las gafas y el jersey suelto ya no tienen sentido y con bastantes minutos de retraso por fin aparece el equipo que todos queremos. Ese equipo de pegada contundente, de velocidad y desmarque, de ambición y ganas. Como si los jugadores hubiesen recibido una ración de alguna sustancia dopante para la psyque el equipo se va hacia arriba, se apodera del ritmo, se apodera del balón y se apodera de las oportunidades. Sinama que acababa de sustituir a Forlán tiene el gol en sus botas en una gran jugada personal pero sólo es un aviso del pase que minutos después mete a Agüero para dejarlo enfrente del portero. El Kun intenta rematar de primeras pero un rapidísimo defensor españolista se interpone. El rechace cae de nuevo al Kun que vuelve a rematar pero vuelve a interponerse le mismo defensa y el portero aunque la pelota vuelve al Kun rebotada y esta vez no falla. 1-2.

“Todo por lo que has trabajado se ha ido pero todo el mundo simplemente sigue adelante. Te veré de nuevo con el tiempo. Duerme bien querido amigo”

Hubo otros dos goles antes del final del partido pero en este momento todo el mundo sabía que ganaría el atleti. En un despeje desde el área colchonera el balón llega a Maxi en una banda. El argentino se va en carrera del defensor, regatea a otro dentro del área y vuelve a empotrar el portero. Maxi, otro de esos jugadores de nuestra plantilla que junto a Simao, el Kun o Forlán está en un excelente estado de forma. Hubo también un gol anulado al Español (bien) por fuera de juego y un último gol de los pericos en el enésimo córner en contra que no sabemos defender pero todo ello fue realmente anecdótico.

Andrés Montes, Kiko y hasta un tipo tan poco observador para con el atleti como Salinas se ha dado cuenta esta noche de que es una vergüenza que este equipo con esta plantilla decida especular de forma lamentable cada vez que va por delante en el marcador. Ya quedan menos ¿Todavía queda alguien que no lo vea?

Sleep well dear friend (D. Katkhuda)
Obi - Diceman Lopez (Cooking Vynil/2004)

Dame dame dame más más más

“No trates de hacerme feliz si soy feliz estando triste. Si no voy a decirte la verdad es mucho más fácil engañar”

Sé que es difícil de explicar y probablemente más difícil de entender lo que siento y más viendo los resúmenes de televisión, escuchando las radios o leyendo los periódicos así que procuraré no extenderme demasiado. Me deprime este atleti. Si, sé que ganamos, que los goles fueron muy bonitos, que estamos los quintos (¡puff!), que estamos por encima del Madrid (¡puff!) y que estamos a sólo dos puntos del objetivo de mi entrenador: cuartos (también a tres puntos del segundo aunque ese no es el objetivo) pero este equipo me aburre. Me aburre leer sobre el, me aburre escribir y sobre todo me aburre verlo. Llámenme inconformista, desgraciado, mal atlético o lo que les salga de las mismísimas posaderas porque me dará igual, entre otras cosas porque creo de corazón tener razones de peso para pensar así y concédanme esa pequeña licencia después de acercarme al punto de congelación ayer por la noche y por seguir a mi equipo en la pronto inexistente grada del Calderón. Es más, a todo aquel que esté encantado con la situación actual le pediría que se pase por el estadio todos los domingos con y sin frío. Es una terapia infalible para pensar que el Atlético de Madrid ya no existe.

“Espero hacer mucho más dinero que esto en mi próxima vida. (…) lo único que me preocupa en este mundo soy yo mismo”

¿El partido? Pues que quieren que les diga. Más o menos la historia de siempre. El equipo sale enchufado y con ganas, nuestros hombres de arriba se hacen protagonistas porque se juega fundamentalmente en campo contrario, la velocidad y las ganas esconden un cierto caos en la organización pero realmente no importa porque nuestros jugadores son tan buenos que las ocasiones se suceden con que simplemente tengan el balón. Si, el Betis llega de vez en cuando pero nosotros llegamos mucho más. En una de esas veces Maxi baja un balón con el pecho y empotra el balón en la portería sevillana. 1-0, mediados de la primera parte, fin del partido.

A partir de ahí la apatía de siempre, el recular, el pelotazo, el miedo, la desidia, el frío, las charlotadas, los despejes, las patéticas pérdidas de tiempo de nuestro portero, los recoge pelotas que desaparecen, el centro del campo se incrusta definitivamente en la defensa, el equipo contrario (muerto hasta entonces) se viene arriba, el sufrir barato, los cánticos de plástico, los tímidos e indolentes pitos… en ese caldo de cultivo suelen pasar dos cosas: que nos empaten (lo más justo y normal) o que alguna de nuestras estrellas se invente un gol y resuelva el partido. Ocurrió lo segundo. Forlán se inventa un pase entre líneas que deja a Agüero sólo y este culmina un gol que había comenzado a fabricar su compañero rubio. Nada más. En serio, nada más.

“Así que dame, dame, dame, más, más, más… lo quiero todo”

En una semana en la que veníamos del enésimo castigo estúpido por la mediocridad y falta de valentía de nuestro entrenador (perder el liderato de la Champions en Marsella de forma tan cutre) y de consumarse una de las aberraciones, engañifas y tomaduras de pelo más grandes de la historia del Atlético de Madrid (el aberrante acuerdo por el que se destruye gratis el Calderón para mantener la misma deuda que tenemos ahora mismo), la poco nutrida grada colchonera se regocijaba en cánticos enfervorecidos tras el 2-0 en el marcador sin preocuparse de otra cosa. Ni una queja, ni un mal gesto, ni una pancarta mal pintada. La mayor pitada de la noche la recibió un jugador del atlético de Madrid Luis García, cuando saltaba al campo.

Si esto es el atleti yo me bajo

Give, give, give me more more more (The Wonder Stuff)
The Eight Legged Groove Machine - (Polydor/1988)

Esta vida me mata

“Creo que mi vida esta huyendo de mi mismo. Creo que una luz que yo soy incapaz de ver es la suerte que te salva a ti pero que no me salva a mi de vivir para algo o tener esperanzas de nada”

Creo que no hablo por mi mismo cuando digo que me encantan los partidos bañados en ambiente hostil donde todo es color, gritos, presión atmosférica y pasión. Eso es fútbol, fútbol de verdad y no ese sucedáneo bastardo basados en los números que aparecen en el teletexto y que algunos periodistas renegados, entrenadores mediocres y aficionados despistados pretenden vendernos. Fútbol ligado a la pasión y no las estadísticas falseadas. Fútbol ligado a las sensaciones y las emociones y no ese sucedáneo frío que se destila a través de la televisión. El partido de hoy en el Velodrome francés es de esos partidos que gusta verlos y tiene que gustar mas jugarlos. Es de esos partidos que se deberían recordar para el resto de la vida por aficionados y jugadores... salvo que tengas la mala suerte de mantener a un especulador en tu banquillo que impide que el mundo gire, la rueda ruede y el sol brille. Lo que recordaremos del partido de esta noche será en todo caso los pormenores previos y el patético incidente de ese energúmeno que hoy es tratado como un héroe por nuestros hipócritas vecinos pero no creo que se recuerde por lo que ha ocurrido dentro del campo. Es más espero que no sea así porque el que lo haga tendría terribles pesadillas recurrentes.

Y el caso es que el partido tenía buena pinta al principio. Suponiendo que la revolución en la alienación del mejicano no tuviese nada que ver con sus declaraciones pre-partido donde decía que en la champions ya estaba todo hecho y que a partir de ahora “cualquier cosa” que ocurriese era un premio, suponiendo que el planteamiento contemporizador y precavido tuviese más que ver con contener un supuesto empuje inicial de los franceses que con el sempiterno miedo endémico de nuestro equipo, lo cierto es que a los pocos minutos de partido nos dimos cuenta de que el equipo que había enfrente era perfectamente abatible. Nuestro planteamiento de contención desarbolaba a un equipo francés que quería la pelota pero que no sabía que hacer con ella. Enseguida vimos que cuando recuperábamos el balón los espacios aparecían por doquier y enseguida vimos que una presión continuada en la línea de presión francesa creaba ocasiones de gol inmejorables como la que marró el Kun tras un balón que el mismo había robado a la defensa marsellesa que o no vio a Sinama a su derecha sólo delante de la portería o quiso ser el protagonista de la noche. ¿Quién nos iba a decir que esa seria nuestra única ocasión del partido.

“Creo que cerrare mi boca antes de gritar. No puedo salir de un cielo que se está cerrando para mi”

Porque a partir de ahí nada de nada. El equipo entró por enésima vez en el habitual modo especulación, los jugadores que juegan como falso centro del campo en este equipo (porque todos sabemos que el centro del campo no existe para Aguirre) se colocaron a escasos metros de la frontal del área y como siempre a esperar que por arte de magia el balón llegara a unos desasistidos Kun y Sinama. En eso se ha convertido el centenario club Atlético de Madrid, un equipo pequeño, mediocre y especulador que cede por definición el protagonismo del partido al equipo contrario y que espera ganar la lotería de los balones perdidos. Pero los números son los números y por entonces el PSV ganaba al Liverpool en Holanda con lo que miel sobre hojuelas para el “resultadista” Aguirre. ¿Quien puede pedir más? Eso si, hablar futbolísticamente del resto de la primera parte es tan difícil como inútil. Tan inútil como estúpido

“Creo que estoy aterrorizado de lo que veo. No está bien el modo en que esta vida me está matando”

Pero es que la segunda parte fue incluso peor. Uno que es de naturaleza ingenuo albergaba la esperanza de que alguien el descanso dijese a los jugadores que el Liverpool había empatado el partido y que lo que teníamos que hacer si queriamos ser un equipo grande es depender de nosotros mismos, ganar el partido con solvencia y quedar primeros de grupo dando un puñetazo a la vanguardia futbolística europea quedando por delante de un reciente campeón de Europa pero eso deben ser cosas que no preocupan a nuestro cuerpo técnico. Es más, yo mismo me he contestado: es evidente que no querían que ocurriera o no de una forma que no fuese muy barata. El planteamiento de salida fue durante escasos minutos algo diferente del bodrio sufrido en la primera parte pero lamentablemente esos minutos fueron un cruel espejismo. El equipo volvió a su posición de achique de agua, de especulación, de patadón, de miedo, de pánico escénico, de alergia al balón, de alergia a jugar y de espíritu cobarde. Es decir, el equipo volvió a disfrazarse con el esperpéntico planteamiento táctico de Javier Aguirre. A partir de ahí más de lo mismo. Unos, los franceses, intentando ganar el partido metiendo un gol, sin brillo, sin recursos, sin velocidad y sin talento en sus botas pero con el espíritu de intentar meter un gol mientras otros intentaba que los minutos pasasen a mayor velocidad a base de patadas, tarjetas absurdas, patadones, saques de esquina y mucho miedo.

El Liverpool, como era de esperar marco por dos veces en Eindhoven puesto que eso es lo que se espera de un equipo grande que se juega la primera plaza de su grupo en el último partido de la primera fase. ¿Creen que alguien movió un dedo en las filas atléticas intentando recuperar esa primera plaza que éticamente nos pertenecía? En absoluto. Aguirre hacía el tercer cambio, Miguel de las Cuevas por un decadente Luis García, y este último tomaba el camino del vestuario con una parsimonia digna de un 7-0 en el marcador. Por cierto, en ese momento se volvía a sentar en el banquillo Camacho, que llevaba calentando 60 minutos y terminó por no salir. Nueva canallada del valiente líder del vestuario que siempre práctica sus ejercicios de liderazgo con los jugadores del filial

Y así terminó el partido, con nada entre medias, con el Liverpool como primero de grupo y con Aguirre contento por cumplir una vez más uno de esos objetivos que se pone él mismo y que todo el mundo se cree. El resultadismo italiano está bien cuando se consiguen resultados. Resultados es ganar la liga como Capello y no quedar cuartos o llegar a dieciseisavos de la liga de Campeones.

Me mata esta forma de encarar los partidos, me mata este discurso patético y me mata el que sea tan aburrido ver jugar a mi equipo. O los partidos se rompen sin que exista control de ningún tipo y todo se reduce a un intercambio violento de golpes como ocurrió el sábado en Gijón (el mejor de los casos) o aparece la estratega azteca que dice que hay que defender con ocho jugadores, dar pelotazos y esperar que alguno de nuestros buenos jugadores recoja el balón para inventar de la nada. Shuster viene de ganar la liga, tiene medio equipo lesionado, está clasificado para la champions y va por encima de nosotros en la liga pero hoy ya no es entrenador. Aguirre es un reputado e indiscutible entrenador de primera división. El mundo al revés. Insisto, esta vida me mata.


"This life is killing me" (Chastain/Borchardt/Menck)
Velvet Crush - Teenage symphonies to god (Creation/1994)

Is this Anfield?

Hay un cartel en la entrada del museo del Liverpool FC que reza algo así como: “las victorias pasan, la gloria permanece”. Eso es lo que me vino a la cabeza la semana pasada cuando servidor estaba sumido en un debate cibernético de esos tan habituales en los últimos tiempos y que se enmarcan en la presunta guerra civil entre colchoneros “anclados en el pasado” y colchoneros “anclados en la realidad”. Me vino a la cabeza porque yo estoy de acuerdo con esa frase y porque creo que es precisamente ahí donde hay que recurrir para entender este estéril debate, a la gloria eterna, a la tradición, al corazón, a la historia y no a las victorias puntuales o los objetivos miopes que cambian cada fin de semana.

No sé si a todo el mundo le pasará lo mismo que a mí pero lo que hace que uno adore el fútbol no es ver un resumen televisivo manipulado ni un resultado a favor en un frío panel un lunes por la mañana. Lo que me gusta de este deporte es ir al campo, respirar el ambiente, sentirme parte de algo aun a miles de km de distancia, ver jugar bien a una cosa tan divertida de ver cuando se juega bien, pasar nervios en una remontada, gritar los goles y abrazarme a un tipo que no conozco, ganar trofeos y celebrarlos… Me gustan las cosas que respiran fútbol por los cuatro costados y no estoy hablando de panfletos pseudo-deportivos o chicos guapos que anuncian colonia. Me gustan las pequeñas historias del fútbol que conozco como el ramo de flores en la esquina del Calderón o el busto de Pantic, pero también las que me cuenta mi madre de cuando mi abuelo le llevaba a ver los entrenamientos del Metropolitano. Me gusta el que los colores de Boca Juniors sean esos gracias a que entró un barco de bandera sueca (y no otro) en el puerto de Buenos Aires el día que se creó el club o que el Crystal Palace tenga su origen en los trabajadores que intentaban construir un “palacio de cristal” en el Londres del siglo XIX.

Soy consciente de que el mundo del fútbol ha cambiado y que ahora fundamentalmente es un negocio que mueve miles de millones de euros pero igualmente estoy convencido de que el fútbol, al menos el fútbol europeo, no tiene sentido sin esa vena romántica que lo soporta y que alimenta ese amor incondicional a unos colores que muchas veces no lo merecen o un espectáculo que muchas veces no lo es. No creo que el suculento modelo NBA (por el que apuestan medios de comunicación, empresarios y dirigentes) funcione con este deporte y con la mentalidad europea pero probablemente sea porque yo soy un romántico ingenuo y en el fondo esté equivocado. De lo que no me cabe la menor duda sin embargo es que el futuro éxito o fracaso de un club tan particular como el Atlético de Madrid estará basado sin duda en cómo se adapte a este nuevo hostil escenario y en donde ponga sus cimientos.

La semana pasada Benítez cumplía un record histórico en las filas del Liverpool liderando el número de encuentros internacionales dirigidos al Liverpool por encima incluso del mítico Bill Shankly. Benítez, un tipo extranjero que no ha vivido la historia del Liverpool en primera persona, se ha convertido en un referente para todos los reds, antiguos y modernos, románticos y pragmáticos. Un tipo que ha cambiado el día a día de la institución, ha transformado la forma de trabajo en la ciudad deportiva y la forma de actuar del club en la faceta deportiva, que ha traído una legión de “Spaniards” y que habla inglés con acento “latino” es adorado por los más fieles de entre los más fieles a los colores del Liverpool. Algún frío entendedor deducirá rápido que eso se debe a los títulos conseguidos pero basta escuchar a las viejas y nueva glorias de este equipo para comprobar que no es así. Lo que de verdad valoran y hace que Benítez sea algo más que su entrenador es que se esforzase por entender y realmente entendiese la institución antes de imponer nada. Así lo destaca el propio Shankly, Ian Rush o el mismo capitán Carragher. Avanzar sin tocar la esencia.

El Liverpool no es propiedad de los socios sino de una pareja de cuestionados empresarios norteamericanos pero hoy es considerado un equipo moderno en todo el mundo, envidiado en muchos aspectos y declarado como un ejemplo a seguir. Hasta el propio Fernando Torres lo comparaba con nuestro club y no nos dejaba muy bien parados precisamente. Pues bien, en el estadio de ese equipo que hoy conocen en cualquier rincón de la geografía existe una habitación centenaria que se llama “la habitación de las botas” donde desde tiempos inmemoriales los preparadores toman el té y donde el entrenador local invita al visitante a hablar unos minutos de futbol después de los partidos. Benítez sigue haciendo lo mismo a día de hoy y sólo el ínclito de Mourinho se ha negado a pasar por allí. Yo recuerdo que durante años y años el entrenador local del atleti se sentaba fuera de la caseta en un banco cutre que había al lado y a la vista de todos. No sé la razón pero era tradición. No me acuerdo tampoco con que entrenador nuevo ocurrió pero la grada le recriminó que no se sentase allí. ¿Quién se acuerda hoy de esas cosas?. El túnel de salida de los jugadores al césped de Anfield es estrecho y con el techo bajo. Ninguna de las remodelaciones ha modificado eso. En ese techo, justo antes de tener que agacharse para salir, se puede leer aquello de “This is Anfield” para que todos, locales y visitantes, recuerden donde y para quien están jugando. Para mí eso es fútbol y no lo que sale en los telediarios pero lo digo con el dolor del aficionado de un equipo en el que ni siquiera los jugadores de mi equipo son capaces de saludar a la grada en su propio estadio cuando acaba el partido (salvo en ocasiones puntuales no ocurre desde que se fue Torres) dato que por otro lado tampoco parece importarle demasiado a la propia grada. Esto no es Anfield (ni falta que hace) pero hace años Luis Aragonés le dijo al cuarto árbitro que se apartase porque estaba pisando el escudo del atlético de Madrid pintado en el césped. De ahí es de donde salen las fuerzas para pasar frío en la grada. Liverpool escucha en silencio cada vez que Shankly abre la boca. Luis Aragonés está pasándolo mal en el barrio sufí de Estambul sin tan siquiera haber sido reconocido por su club, como Dios manda, después de hacer a la selección española campeona de Europa.

El día que Benítez aterrizó en Liverpool estaba ya leyendo la biografía del entrenador más mítico de los reds, Bill Shankly, para empaparse de esa institución. Cuando terminó el libro se lo pasó a su mujer y le dijo “toma, para que sepas donde estamos”. ¿Alguien en su sano juicio puede creerse que alguno de los numerosos mercenarios que hoy pueblan el Atlético de Madrid se planteó alguna vez hacer algo parecido? ¿Sabrá Pitarch o Aguirre por qué el frente canta una letra futbolera con el himno de la legión o por qué hay un ramo de flores todos los domingos en el córner? ¿Sabrá algún jugador quien es Garate o Dirceu o de dónde viene el “San Benito” de “pupas”? ¿Sabrá alguno de estos lo que es el “contrataque” de Luis o donde estaba el Metropolitano?.

Una de las peleas de Benítez en tierras inglesas es la cantera y lo poco que puede trabajar con ella al estar sujeto a una ancestral ley del propio Liverpool que obliga a no poder fichar a ningún jugador de menos de 16 años que viva a más de una hora de la ciudad inglesa. Un problema para el fútbol moderno sin duda pero el Liverpool lo tiene claro: The Academy, su ciudad deportiva, no se toca. En la entrada de tan mítico sitio reza la leyenda “Técnica, actitud, velocidad y equilibrio” que alguien decidió definiría a la institución y su forma de presentarse en el césped. Así fue el Liverpool, así es y así será. Nuestra cantera ni siquiera tiene un espacio ni mítico ni propio y está en manos de Amorrortu y Pitarch dos tipos que hasta hace dos años no sabían ni donde estaba el colegio Amorós. ¿Qué debería poner en la entrada de nuestra ciudad deportiva? ¿”Miedo, patadones y objetivos” o “Seremos cuartos si Dios quiere”?

Alguien ha definido la labor de renovación de Liverpool como mirar al futuro sin tocar lo sagrado y creo que aplica perfectamente al atlético de Madrid… pero al contrario. En nuestro club parece que mirar al futuro es sinónimo de renegar, ocultar, menospreciar o directamente ignorar el pasado. El respeto por la institución en todos los estamentos es nulos y todos desde el presidente a los jugadores, pasando por directores deportivos y entrenadores, viven de espaldas a la tradición, la historia, el honor y los pequeños detalles que hicieron a este magnífico club lo que es. Todo lo que huele a pasado tiene olor a naftalina y parece que nunca existió o que pertenece a un estatus imposible de retomar como para tomárselo en serio.

Los aficionados al Liverpool tienen miedo de que con el traslado a su nuevo estadio se pierda la tradición y el espíritu en la grada, la mítica The Koop, que para ellos es la base de todo lo que viene después. Noble pero insignificante preocupación si se compara con la triste situación de nuestra institución que lo está perdiendo (o ha perdido) todo eso bastante antes incluso de mudarse.
(Artículo publicado por Ennio Sotanaz en pobreatleti.com el 3/12/2008)

Se avecina la tormenta

“Lo que empezó como una brisa templada se torna en algo más como la iluminación que quema las casas o el viento que derriba las puertas”

No sé si ustedes han visto el partido de esta noche y tampoco sé lo que los periódicos dirán sobre el mañana pero les aseguro que si hablan bien de mi equipo, el atlético de madrid, será porque han visto un espejismo, porque se dejan llevar por la contundencia de un resultado injusto o porque, como más de una vez he sospechado, el gremio periodístico tiene un interés especial en que este equipo y está institución siga en esta tesitura por mucho tiempo. Hoy el oficialismo ha tenido suerte, suerte basada en la excelente labor de un excelente ramillete de jugadores, pero suerte al fin y al cabo. No todos los día se tendrá suerte y está dinámica de juego no parece que después de tantos años se vuelva del revés en los próximos meses. Me temo por tanto que se avecina la tormenta.

Antes de que luego se me olvide me gustaría felicitar con toda la sinceridad de la que soy capaz al Racing de Santander por el partido de hoy. Me ha hecho seguir creyendo en el fútbol y en que la valentía o el gusto por el fútbol no tiene nada que ver ni con el presupuesto, ni con el sueldo de los jugadores ni con las aspiraciones de la institución sino fundamentalmente por la estupidez y estulticia de algunos directores técnicos mediocres.

“Ahora me encuentro en problemas sin saber nunca cuando reir y mientras mis ojos se hunden en mi calavera me siento vinculado al máximo”

Hace unos días me preguntaban como me gustaría que jugase mi equipo y es una pena que la pregunta fuese antes de este partido porque hoy hubiese dicho que como el Racing durante los primeros minutos de partido, con la delantera presionando la salida del balón desde el área contraria, la defensa situada en el centro del campo y haciendo al equipo contrario jugar en 20m. Así salió el Racing y de esa manera consiguió que el atleti ni pasase del centro del campo. Era el mundo al revés pero era la realidad, un Racing valiente y agresivo maniataba a un atleti, torpe, tosco, espeso, falto de calidad con el balón y cobarde que recurría al pelotazo como única forma de llegar al campo contrario. Lo de siempre, vamos. En estas apareció la enésima torpeza de la defensa atlética en el área para que un árbitro crecido nos ofreciese otro penalty en contra. Lo de siempre, vamos. Gol del Santander.

¿Creen ustedes que el Racing se echó atrás como hubiese hecho cualquier equipo entrenado por Aguirre? Pues no, siguió jugando igual y manteniendo al atleti en el mismo sitio y con los mismo apuros. Decía Clemente en tiempos que la mejor forma de contrarrestar el centro del campo contrario, si este es bueno, es evitando que exista centro del campo. Él dijo literalmente que la pelota “pase por encima”. Esa es la premisa en la que se basa el juego de Aguirre independientemente del contrario. Nunca hay medio del campo y la pelota siempre pasa por encima. Jugamos con 5 defensas (se suma Asunçao) y 5 delanteros (se suma Maniche) o con 6 defensas y 4 delanteros dependiendo de si estamos dentro o fuera del Calderón. Si metemos un gol la táctica pasa a ser con 8 defensas o 9. Esa es la valiente forma de entender el fútbol de nuestro entrenador. Pero claro, tiene la suerte de tener en la plantilla a Agüero, Simao y Forlán y cada vez que por cualquier casualidad alguno de estos tres agarra el balón las posibilidades de crear algo de la nada se multiplican hasta el infinito. Así, de casualidad, le llegó un balón a Agüero que se la cuelga a Forlán, que hace una excelente dejada de cabeza al área grande que Simao empala a la red. Antes de ese gol el atleti estaba muerto. A partir de ahí empezamos a pensar en positivo. Aguirre tomaba agua y de tocaba la corbata.

“Si la tormenta se avecina, la tormenta se avecina, va a provocar un sonido delicioso que pondrá tu vida patas arriba”


Pero el Racing no se arrugó y siguió apostando por la valentía y por el fútbol con lo que los aficionados podíamos disfrutar de un partido abierto y bonito. La única manera de ver fútbol en el Calderón es o cuando se inventan algo nuestras estrellas o cuando viene a jugar un equipo que apuesta por el fútbol. Hoy tuvimos las dos cosas en el campo y lo agradecimos.

Pero desgraciadamente para el Racing apareció un tal Cesar Navas para hacer una entrada de Kung-Fu criminal a Asunçao y auto-expulsarse. Una pena para su equipo y una pena para la grada. A partir de ese momento y hasta el final del primer tiempo (unos 15 minutos) el atleti disfrutó de sus mejores momentos, especialmente cuando Forlán, otra vez Forlán, se inventó un pase entre líneas que dejaba al Kun delante del portero y éste no fallaba. 2-1, primer partido remontado por el atleti y toda una segunda parte con un jugador más. Pintaba bien la cosa para los colchoneros.

Pero este equipo es rácano y pendenciero, cobarde y conformista, así que en lugar de disfruta de una segunda parte de placer tuvimos que asistir a una nueva pesadilla. El Racing con uno menos fue infinitamente mejor durante toda la segunda parte hasta que tuvieron un error que supuso el tercer gol en el casillero rojiblanco. Con diez jugadores siguieron presionando, jugando, tratando el balón con criterio y siendo lo valiente que merecía la ocasión. El atleti mientras tanto se dedicaba a lo que siempre hace, especular, dejar pasar el tiempo y hacer el ridículo. El gol de los cántabros parecía inminente y hubiese sido justo pero un fallo deja a Forlán delante del portero y como suele ocurrir en estos casos el Uruguayo no falló. 3-1 y fin del partido. Sólo dio tiempo a que de nuevo Forlán, excelente partido el del uruguayo, empalase con violencia un balón que colocó en la escuadra contraria. La grada saltaba enardecida por los cánticos a favor del equipo pero entiendo que la reacción tenía más que ver con el gélido frío que sufríamos que por otra cosa. Es más, si es por otra cosa definitivamente cada vez me siento más incomprendido en este equipo.

“Estoy marchado hacia la batalla, podría escuchar tu consejo y quedarme confortablemente en casa pero ahí está su esplendor que me está congelando hasta los huesos”

En un mundo justo el Racing nunca hubiese perdido en el partido de hoy. Yo soy seguidor colchonero y evidentemente me alegro de la victoria de mi equipo pero creo sinceramente que hoy el fútbol se ha hecho un poco más pequeño y miserable. Que la apuesta del Racing saliese mal y sin embargo triunfe el racanismo profesional que profesa mi atleti es injusto y lamentable. Estoy convencido de que esto no puede durar para siempre y que en algún momento alguien se dará cuenta de lo que es el atleti y que todo lo que no sea salir al campo a ganar todos los partidos no vale para esta institución. No va a pasar en breve así que me temo que se avecina la tormenta.

The storm is coming - Ed Harcourt
Stranger - (2004/EMI)