Muchas gracias a todos los que os habéis pasado por aquí durante todos estos años.

Puedes encontrarme en www.enniosotanaz.com o enniosotanaz@hotmail.com

¡Un abrazo!

Queridos Reyes Magos... (At. Madrid - Español)

Decía William James que no hay mayor mentira que la verdad mal entendida. Nuestra realidad, la realidad del atlético de Madrid, está delante de nuestros ojos pero parece que preferimos regodearnos y paladear la mentira. Esa mentira disfrazada convenientemente por aquellos que viven precisamente de ella y ensalzada con ese lazo falso que con pachuli apestoso distrae de la carcoma que vive debajo. Es estúpido e inútil detenerse en descifrar el eterno debate de ver el vaso medio lleno o medio vacío cuando, como en este caso, no hay ni siquiera vaso.

El domingo, víspera de noche buena, volvimos a perder en nuestro estadio y lo hicimos además de forma bochornosa frente a un equipo que nos podía pasar en la clasificación y claro está, nos pasó. El Atlético de Madrid ha perdido de forma vergonzosa contra todos los equipos que están por encima de nosotros: Real Madrid, Barcelona, Villareal y Español en lo que parece ser otra de esas grandes cualidades de nuestro entrenador ya que el año pasado ocurrió exactamente lo mismo. En la fatídica era Aguirre siempre que jugamos contra alguien que está cercano a nosotros (en puntos que no en presupuesto) ocurre exactamente lo mismo y por el mismo orden: salimos cagados de miedo a “aguirrear”, el equipo contrario juega mejor y perdemos. Siempre es así y siempre será así con este lamentable director deportivo.

Pero volviendo a lo que decía el señor James, parece que nuestro ilustre señor del chándal siempre tiene una excusa para hacer entender la verdad de forma capciosa y transformarla en mentira. Otras veces fueron que la plantilla era floja, el terreno de juego, que el contrario estaba en estado de gracia, que algo tradicionalmente malo parecía ser bueno, un misterioso virus alienígeno… esta vez fue el árbitro. Un árbitro lamentable y fanfarrón que por supuesto nos perjudicó de forma escandalosa interpretando el código futbolístico como lo interpretaría un chimpancé pasado de drogas. Es lamentable que un ser humano cobre una suculenta cantidad de dinero por hacer pésimamente su trabajo (y de paso el ridículo) pero es igual de lamentable que la lectura del partido contra el Español por parte de nuestra dirección deportiva fuese exclusivamente el árbitro. El Español fue mejor que el atlético con 11, con 10 y con 9. Lo fue no porque sea un equipo mejor que el nuestro, que aparentemente no lo es, sino porque es un equipo infinitamente mejor entrenado que el nuestro. Esa es la cruda realidad: ellos son un grupo de buenos jugadores convertidos en un gran equipo mientras que nosotros somos un grupo de buenos jugadores transformados en una especie de miedosa broma macabra gracias a la incompetente labor del que desgraciadamente se sienta en el banquillo. Lo demás es simplemente mentira.

Así acaba el año, con el equipo dejando las mismas dudas de siempre en una posición que no corresponde a su presupuesto (por mucho que el mejicano pretenda seguir adornando su mentira), con un juego, por decir algo, ramplón y cobardica y con una actitud, en los momentos clave en particular, indigna de nuestro escudo. Los estúpidos dirán que estamos a un punto de la champions y los pesimistas que estamos a 10 del Madrid. La realidad es que el equipo no es equipo, que ni juega ni quiere jugar al fútbol, que estamos muy mal entrenados, que los jugadores están encorsetados como muñecos de futbolín en una especie de sistema de juguete fácilmente vulnerable por cualquiera y que nuestro entrenador tiene más miedo que vergüenza, miedo que transmite a todos los estamentos posibles del club.

El mejor fichaje para este mercado de invierno sería que los reyes magos le trajeran a Aguirre dos cosas: la historia del atlético de Madrid, para que intente entender de una vez lo que tiene entre manos y una play station con un juego de fútbol para que juegue en la maquinita a ser entrenador y por el bien de la humanidad deje sus estupideces y miedos allí . No estaría mal tampoco un poco de reflexión interna por parte de todos porque al fin y al cabo es muy triste autoengañarse y es que ya lo decía Nietzsche, la mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a si mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano.

¿Efemérides Rojiblanca? (At. Madrid - Panathinaikos)

Decía Sófocles que la alegría más grande es la inesperada e inesperado fue el hecho de que bien entrado en el tiempo de descuento, un portugués conocido como Simao nos diese la victoria que a su vez nos daba la primera posición en nuestro grupo de la copa de la UEFA. Si inesperado fue que ocurriese a esas alturas de partido y con diez jugadores en nuestras filas, lo más inesperado de todo fue que el gol viniese a balón parado tras una ejecución magistral del susodicho portugués. No porque dude de la capacidad del jugador, que no lo hago, sino porque creo que es la primera vez que veo un gol de falta desde que Aguirre se sienta en nuestro banquillo. ¿Estará cambiando algo? En cualquier caso la alegría, por lo inesperado de ella, fue inmensa, claro está. Más de lo que realmente merecía porque hacer una lectura del partido por los últimos segundos de clamor popular sería injusto y no destacaría algunas lecturas del partido que deberían ser tenidas en cuenta por cualquier jugador, aficionado o entrenador que sea aficionado al fútbol.

La primera lectura que debería sacar la dirección técnica de nuestro equipo es que estando como está perfectamente demostrado, más que nada por los resultados, que en la liga es ridículo, patético y penoso saltar a un terreno de juego a “especular sin perder la posición” en Europa puede resultar, sin dejar de ser patético, tremendamente caro. Una competición europea menor como la UEFA está plagada de equipos de categoría muy inferior a cualquiera que juegue nuestra primera división pero en ese mismo grupo también aparecen, y a medida que queden menos equipos será todavía más patente, escuadras muy toreadas y con mucho oficio en estas lindes. Panathinaikos es un equipo aparentemente bastante inferior al nuestro pero ha jugado muchas veces en Europa y en la primera parte le dio una lección a nuestro particular aprendiz de entrenador de cómo se debe encarar una competición europea, sobre todo si te estás jugando la primera plaza de tu grupo. Especialmente en lo que a actitud respecta. Salieron mucho más enchufados, con mucho más dinamismo y sabiendo lo que tenían que hacer con los pocos recursos que tenían. Simplemente a base de actitud, marrullería, presión y muchas patadas consiguieron aplacar con facilidad esa versión de nuestro equipo que deja pasar los minutos sin que pase absolutamente nada y que tanto le gusta a nuestro entrenador. Una escuadra aparentemente demoledora en lo ofensivo como la nuestra no fue capaz de tirar entre los tres palos en toda la primera parte. Nosotros seguíamos en nuestra tradicional espesura, jugábamos a eso de estar “juntitos” sin poner mucho ritmo y ellos siempre llegaban primero. Una fórmula tan simple, unida a un gol inesperado de una jugada individual de un voluntarioso griego, sumado al concurso estelar de un árbitro sumamente horrible estuvo a punto de darnos un disgusto. El equipo tiró la primera parte, cosa que desgraciadamente es algo a lo que nos tiene acostumbrados nuestro sabio entrenador. No sé cual es el oscuro objetivo que hay detrás pero es algo que se empeña en utilizar como enigmático recurso. Recurso de Barrio Sésamo o Mr Bean pero ese el tipo de revolucionarios recursos que últimamente vemos desde nuestro banquillo.

Al iniciarse la segunda parte comenzó otro partido. Aun teniendo claro que ni la derrota ni el empate nos valía para nada dudaba de que nuestro entrenador hiciese algún movimiento táctico digno de mención pero me equivoqué, gracias a Dios, y la sorpresa aplacó por momentos el frío que se me colaba por el cogote en la solitaria grada del Calderón. Ante mis ojos Aguirre renunciaba al doble pivote de contención (¿tendremos que anotar la fecha en las efemérides rojiblancas?) y situaba a Maxi en esa digna posición. Sustituir la definición de intrascendencia disfrazada de jugador de color brasileño por un tipo como Maxi trae sus consecuencias y a los tres minutos el equipo había transmitido más juego y sensación de peligro que en toda la primera mitad.

Pero el gol no llegaba. En parte por las brutales patadas de los griegos, en parte por la inmensa negligencia y estulticia del colegiado y en parte (mucha parte) porque el nuestro es un equipo que no está acostumbrado a llevar la iniciativa de los partidos. No lo está por la exclusiva razón de que su entrenador no quiere. Con nuestra plantilla me parece un crimen pero es lo que tenemos. Sabemos que partidos en los que no marquemos primero van a ser muy complicados y ayer fue un claro ejemplo de ello. Aun así hay que felicitar a los jugadores. A pesar de las zacadillas que ponen desde el banquillo fueron a por el partido a base de pundonor y ganas, cosas que hacía tiempo que no veíamos por la ribera del manzanares y cosas que a veces son suficientes para ganar partidos y campeonatos.

Y así llegaron los goles, primero Luis García, ese magnífico jugador que siempre está ahí cuando se le necesita y después el toque magistral de Simao. Fin del partido y una gran sonrisa en todos los valientes que ayer desafiamos el húmedo frío pre navideño.

Veamos que nos depara el bombo.

NI CON LA LÓGICA NI CON LOS RESULTADOS (R. Huelva - At. Madrid)

Decía un filósofo francés conocido como Alain que el aburrimiento es lo que queda con los pensamientos cuando las pasiones son eliminadas de ellos. El atlético de Madrid de ayer tarde, como otras tantas tardes antes de la de ayer, ha querido ser un equipo ordenado, dócil, solidario con el esfuerzo el rigor táctico y a moverse con espesura dentro del particular corsé que con ingenua candidez y escasa pericia ha tejido torpemente quien todos sabemos. El equipo, desposeído como otras tantas veces antes de sus pasiones, fue aburrido. En ese camino hemos perdido brillantez, gracia, fantasía, agresividad, superioridad…. Y dos puntos. También hemos perdido la ilusión de poder ganar la liga, algo que simplemente pensarlo parece provocar gastroenteritis en nuestro entrenador.

El partido comenzó como los últimos partidos, dominio del balón, juego, ganas y poderío. Sólo la mala suerte hizo que durante esos minutos no nos adelantáramos en el marcador. Vimos incluso cosas con las que soñar como los tres o cuatro detalles de futbolista de Cléber Santana. Sin ser Dirceu por momentos pareció que su fichaje al menos no es esa frivolidad estival con la que nuestra directiva suele “alegrarnos” todas las temporadas. Veremos. Digo esto como algo novedoso porque decir que Forlan es un pedazo de jugador no por cierto deja de ser recurrente. El único problema parecía ser que nuestro famoso poder ofensivo no era tan contundente como otras veces aunque las ocasiones llegaban, el juego estaba y parecía ser simplemente una cuestión de tiempo. Normalmente este momento mágico de buen juego se rompe con nuestro primer gol pero nuestro carismático entrenador no debió verlo de la misma manera puesto que poco a poco, y sin goles de por medio, el equipo volvió a esa imagen sin pretensiones, predecible, espesa y aparentemente ordenada que tanto le gusta al mejicano. Supongo que en esta fase todavía había gente que dudaba de si esa renuncia era cosa del banquillo o de los propios futbolistas que están en el campo pero esa duda es sencilla de resolver viendo e interpretando lo que ocurrió después.

La segunda parte comenzó como había terminado la primera, envuelta en una soporífera espesura. Lentitud, miedo, recelo,… sopor. A pesar de todo de vez en cuando aparecía una jugada de la nada que dejaba un jugador nuestro delante del portero pero que no conseguía materializar. Muchas de esas jugadas tuvieron como protagonista al Kun que no sé si afectado por el estúpido espectáculo de la grada onubense parecía algo fuera del partido. Lo de la afición del decano me parece por cierto una salida de tono absurda, exagerada y sin sentido. Que todavía a estas alturas estuviesen recordando el partido del año pasado y tuviesen desde el principio una actitud tan beligerante con nuestro equipo es tan exagerado como ridículo. No quiero ser mordaz pero una cosas así solo es comprensible cuando se juntan iluminados que pretender dirigir a una masa y una masa ávida de de ser dirigida por algún iluminado.
El caso es que el Kun parecía no tener su día de cara a puerta pero seguía siendo esa estrella mundial capaz de hacer jugadas de la nada y de irse de todos los rivales en el espacio que mi abuelo, madrileño él, utilizaba para bailar el chotis.

Pero entonces, como no, apareció Aguirre.

Cuando estás a un punto del segundo clasificado y a 5 del primero, cuando un partido perdido por parte de los de arriba te sitúa como legítimo aspirante a la liga, nuestro entrenador decide “reordenar” el equipo, dotarle de más “frecura”, recular… y cagarla. Ante el estupor del millón de colchoneros que dicen que somos, decide no sólo quitar un delantero para jugar con un sistema más defensivo que fija un único hombre arriba restando sorpresa o quitar la única imaginación que existía en el centro del campo (y que paradójicamente era Forlán) mientras sitúa en tierra de nadie a un jugador (magnífico jugador), que a pesar de no estar haciendo sus mejores partidos parecer tener derechos forales para Aguirre, sino que decide quitar a una estrella mundial en estado de gracia como el Kun Agüero, ese tipo de jugadores que sólo deberían irse del campo lesionados. Si tuviesemos que quitar del campo a cada jugador que falla dos veces, los partidos habría que jugarlos con muñecos de la Play Station.

Resultado de tan genial estratagema: ningún acercamiento al área rival, ninguna ocasión por nuestra parte (hasta casi el final) y las mejores ocasiones del equipo contrario. Enhorabuena señor Aguirre, otra de sus geniales ideas que no se entiende ni con la lógica ni con los resultados.

Eso si, minutos más tarde Aguirre decía en rueda de prensa que estaba muy contento con el partido y con el resultado. O eran ganas de tocar las narices (que no lo descarto) o definitivamente tenemos un problema. Un equipo con esta actitud, con ese discurso y sobre todo con ese entrenador no puede ser aspirante al título de liga. De hecho dudo que pueda ser aspirante a nada (que alguien me explique como se puede ser aspirante al cuarto puesto). Los equipos grandes lo son porque tienen cosas que los hace únicos que los demás equipos añoran porque no pueden conseguirlo. Aguirre pretende devolvernos a la elite futbolística renunciando a lo que nos hace diferentes y potenciando aquello que todos los demás ya tienen mucho más barato. Tendriamos que preguntarle algún día que considera como elite este referente mundial de la dirección técnica en el fútbol.

CUANDO NOS DEJAN... (Granada 74 - At. Madrid)

Decía un refrán castellano que el oro hace soberbios y la soberbia necios. De necio debe catalogarse al culpable del lamentable estado en el que se encuentra una competición otrora emocionante y compleja como la copa del rey y a razones tan complejas como un torpe y fácil amor por el oro creo que debemos remitirnos para encontrar una justificación, por muy peregrina que esta sea. El oro que de la vida fácil del que vive del cuento y cuyo gran aporte a la humanidad fue precisamente el momento en el que ni hizo nada. El oro fácil que se lleva la inútil marioneta que da la cara risueña mientras los señores del puro mueven los hilos. Sólo a un anti-genio, de esos que pueblan la federación española de “furbol”, se le puede ocurrir desprestigiar, vejar, vilipendiar y ningunear una competición tan bonita como la copa del rey. La competición equivalente en otros países se ha ido reconvirtiendo con el tiempo para que mantenga el mismo interés que siempre tuvo mientras que aquí todas las medidas parecen ser tomadas para destrozar la competición. Doble partido que beneficia a los grandes y rebaja el interés, calendario pensado con los restos orgánicos que quedan adheridos al vello de la cavidad intergluteal (muy inteligente que coincida con la Champions) y premio ridículo para el que gana (seguro que se lo tomaba todo el mundo más en serio si se jugasen una plaza en Champions). Peor no se puede hacer.

Aun así, los atléticos somos fieles a nuestro equipo y siempre queremos verlo jugar…. cuando nos dejan. En contra de lo que alguna iletrada portera reconvertida en periodista cree, los colchoneros somos también un grupo de personas considerable incluso en número como bien sabe la gente que se dedica a eso del Marketing. Un nicho de mercado que dirían los entendidos. Un nicho de mercado que espero que alguna vez despierte y castigue como se merece a las marcas que apoyan a los medios que nos desprecian así como a los propios medios. Ayer no había forma humana de ver el partido del Atleti sin sucumbir al elitista y déspota régimen del Pay Per View, ese sospechoso engendro promovido y dirigido por un monopolio carpetovetónico que da síntomas de derrumbarse por momentos. Ayer ninguna televisión del mundo daba los partidos de la copa de Rey. Eso si, en La dos de RTVE podíamos seguir con avidez un interesantísimo encuentro de la Curling Cup (una especie de copa del rey inglesa). Supongo que la numerosísima comunidad protestante de Liverpool o del este de Londres que reside en nuestro país estaría encantada con ello. Me consta que las plazas de todos los pueblos de España se llenaron de aficionados del Everton que celebraban la victoria in extremis.

Por supuesto una competición donde está jugando el Atlético de Madrid y/o el Getafe es algo que a los directivos de TELEMADRID, engañoso nombre con el que se conoce a la vergonzosa televisión pública que en gran parte está pagada por los aficionados de Atlético y Getafe, por supuesto no le interesa. ¿Cómo podría interesar si su único mérito es ser equipos afincados en Madrid y que a diferencia del otro equipo supuestamente de la capital el 90% de sus aficionados en el mundo residen en Madrid? No hombre, a ellos sólo le interesa tener contentos a los señores que les dirigen (que no son precisamente los que les pagan su sueldo) mientras que mantienen perfectamente informado a los espectadores que registran un nivel intelectual a su altura. Es decir, esos tremendamente interesados en la posibilidad (o no) de encontrar restos de grasa entre las raíces del cuero cabelludo de Guti o si últimamente han salido humedades radioactivas en los nacionalistas vestuarios del Barça. Algo tan difícil de entender para alguien que supere ligeramente el umbral mínimo de inteligencia que se nos supone a los seres humanos es realmente fácil de explicar cuando tienes la desgracia de ver al repugnante tipo que dirige la sección de “deportes” (por decir algo) de esa santa casa.

En cuanto al partido poco se puede decir. El Granada 74 lo tenía muy difícil a doble partido y mucho más difícil si Forlán estaba en el campo. Al atleti le bastó deambular con espesura pero ordenadamente por el campo, no cometer errores de bulto y marcar un par de goles. Hasta el gol en contra puede verse como algo bueno y considerarse un homenaje a un ex-jugador nuestro que ayudó en los momentos peores de nuestro club. Luque pidió perdón tras el gol y los aficionados se lo agradecieron con aplausos. Nuestra afición siempre fue generosa con los jugadores que respetaron nuestro club en el momento de irse (o ser echados) pero implacable y violentos con los que nos despreciaron en ese mismo momento. Espero siga siendo así. Espero también que los "nuevos aficionados", esos que son seguidores de jugadores adolescentes de anuncio y no de equipos centenarios se queden en su casa viendo TELEMADRID y desistan de ir al estadio.

Como nota positiva cabe destacar el que saltasen al campo un par de canteranos (lo del tal Camacho promete). Otra de los grandes “aciertos” de Aguirre desde que se sienta en el banquillo, por cierto, ha sido no contar con nadie de la cantera….. hasta ayer.

Y lo mejor de todo: Miguel de las Cuevas debutó por fin con el Atlético de Madrid en partido oficial. ¡Suerte chaval!

EL CUARTETO DEL CALDERÓN (At. Madrid - Getafe)

Decía Borges que los españoles siempre están pensando en la envidia, que para decir que algo es bueno decimos que es “envidiable”. Pues bien, el Getafe me parece envidiable. Envidio su forma de entender este juego llamado fútbol, lo fácil que demuestran la evidente diferencia que existe entre el respeto y el miedo, lo claro que tienen que al fútbol se juega con un balón y sobre todo la filosofía con la que saltan a un campo de fútbol. Todo eso con un puñado de jugadores que hasta antes de ayer no sabíamos ni que existían y con un presupuesto a años luz del nuestro pero por abajo. Me temo que de todo lo anterior sin duda tiene mucha culpa ese tipo que era la definición de elegancia en un campo de fútbol y lo sigue siendo sentado en un banquillo pero también deberíamos señalar como culpable (o culpables) a ese presidente (o dirección deportiva) que a pesar de tener uno de los presupuestos más modestos de la primera división, de tener que recomponer la plantilla (y el banquillo) cada verano, de tener que apuntillar la plantilla con descartes de equipos grandes y jugadores jóvenes de carrera truncada, no tiene ningún reparo en apostar por jugar al fútbol por encima de otras opciones aparentemente más acordes con la mal entendida modestia. No es la primera temporada que ocurre y ahí está el equipo, dando un recital en la UEFA y tratando de ganar en el Calderón jugando al fútbol mejor que el atlético de Madrid durante la mayor parte del partido. Chapeau!

El atleti ha ganado hoy el partido (por llamar de alguna manera ese permanente circo en lo que parece que se tiene que convertir cualquier jornada en el Calderón) porque tenemos una enorme plantilla (probablemente entre las tres mejores de la liga), porque tuvimos suerte y porque al Getafe le faltan millones para rubricar su arriesgada y preciosa apuesta. Si la justicia existiese en el fútbol el atleti nunca debería haberse llevado los tres puntos hoy. El fútbol no es justo ni por asomo y probablemente ahí radique su encanto y es cierto que otras veces nos ha tocado a nosotros llorar la injusticia pero hoy no es precisamente un día de esos.

Los partidos en el Calderón últimamente están compuestos por diferentes fases que en teoría corresponden a un todo pero que individualmente se contradicen. Son como el Cuarteto de Alejandría de Durrell donde cada libro desmiente al anterior pero al final te queda el regusto de haber asistido a algo fascinante. Los primeros 20 minutos fueron un elogio al fútbol. Un partido precioso con dos equipos que querían ganar jugando como mejor sabían (y sabían muy bien), desplegando velocidad, coraje, ganas y fútbol. Una auténtica bendición para los ojos. El atleti en ese escenario tiene todas las de ganar contra el 90% de equipos que pueblan en planeta fútbol. Aguirre no lo quiere ver porque él se ve perdido en un mundo donde no es la víctima pero es tan sencillo como cierto. Tenemos calidad suficiente para dominar la mayoría de partidos y la prueba está en que normalmente acabamos marcando siempre primero.

Eso si, a partir del gol fin del partido. Como siempre. Como siempre desde que Aguirre lleva nuestro escudo. A partir de ese momento a romper el partido como nosotros sabemos (da igual que faltaran 70 minutos para acabar). Lentitud, perdida de tiempo exagerada (lo de los saques de puerta lamentablemente eternos pensaba que era exclusividad de Leo Franco), vergonzosas directrices a los recoge pelotas, patadas, repliegue exagerado de líneas, gritos, protestas, histrionismo,… y nada de fútbol. En fin, lo de siempre. A ese caldo de cultivo se sumo ingenuamente el Getafe pero ellos siempre intentando tener el balón y el dominio del partido cosa que consiguieron sin dificultad ya que nosotros habíamos renunciado a todo ello desde que Abondazzieri recogió el balón de sus mallas. En esa espesa zarzuela apareció sin embargo un protagonista inesperado: el árbitro. Hacía tiempo que no aparecía por el Calderón uno de esos esperpentos vestidos de negro que se supone que están para impartir juicio y justicia pero lo que hacen es precisamente provocar violencia y crispación. La profesión de árbitro es muy complicada y por ello, y lo particular de la misma, debería estar restringida a personas sin afán de protagonismo, algo de personalidad (que no toneladas de soberbia) y sentido agudo de la justicia. El tipo que salió con el pito en el día de hoy desde luego no reunía esas características y era lo que faltaba para terminar de destrozar lo que al principio apuntaba ser un partido de fútbol. Independientemente de las jugadas puntuales (aunque digan lo que digan los “periolistos” la segunda tarjeta del Kun viene provocada por un penalti y el consiguiente desequilibrio) el árbitro no supo en ningún momento controlar el partido. Dejó sin castigo las salidas de tiesto de nuestro querido Maniche (brutal e imperdonable) así como de algunos otros que se sumaron a la fiesta para después no saber como parar la sangría. Los árbitros en general son tan malos que desgraciadamente ya no nos sorprenden estas demostraciones de negligencia.

El partido que había muerto en el minuto 20 siguió exactamente igual hasta el final en lo que a fútbol por parte del atleti se refiere. Entre medias la tradicional dosis de nervios y angustia y un par de demostraciones de que Abbiati es al menos tan buen portero bajo palos como lo es Leo Franco.

Y en estas nos acostamos consolidados en Champions y si no fuese por el miedo enfermizo y falta de valentía disfrazada de prudencia que destila nuestro entrenador incluso como alternativa sólida al Madrid para llevarnos la liga. Viendo los minutos del atleti antes de meter un gol en cada partido no me parece tan descabellado. Viendo los minutos de después me temo que si. ¿Llegará algún día en el que el responsable de elegir una u otra opción decida no poner barreras y dejar al atleti ser lo que puede ser? Quiero soñar que si aunque ya decía el propio Borges que soñar es la actividad estética más antigua del mundo. ¿Lo diría por comparación con la profesión más antigua del mundo?

LA SEXTA...MENTIRA (Copenhague - At. Madrid)

Decía Schopenhauer que las cosas no se le dan al que las merece más, sino al que sabe pedirlas con insistencia. Probablemente Aguirre lea a Schopenhauer o probablemente no. El caso es que a base de insistencia va a acabar convenciendo al mundo de que su forma de entender un partido de fútbol es la forma de entender un partido de fútbol. Nunca los resultados le dieron la razón vistiendo el escudo del atleti pero a base de insistir parece que en algún momento los resultados vienen. En mi opinión vienen de casualidad o a pesar de ella pero es evidente que no deja de ser mi opinión. Triste pero cierto.

El partido de hoy es la historia de siempre con pequeños matices. El arranque del atlético fue, como en Sevilla, casi perfecto. Potencia, dominio, control, velocidad y calidad. Como en Sevilla era cuestión de tiempo que llegase el primer gol y como en Sevilla llegó de una excelente jugada entre los magníficos jugadores que tenemos. Esta vez apareció Simao para congraciarse con el Kun. El Kun, siempre el Kun. A partir de ese momento lo de siempre: desprecio por todo lo que antes valía y exhibición de abandono del balón, del dominio, del terreno, del juego y del fútbol. Como siempre el rival, un equipo muy modesto por cierto, se viene arriba gratis a jugar cerca de nuestra área. Aun equipos tan limitados como el Aberdeen o el Copenhague son capaces de hacerte alguna ocasión si se pasan el partido a cuatro metros de tu área. Si el equipo contrario es de tu mismo nivel o superior las posibilidades de error en nuestra defensa se disparan de forma imparable. Hoy no era este el caso.

Discutía esta semana con ilustres foreros colchoneros acerca del mal llamado sistema Aguirre y salía a relucir la opinión de que cuando marcas el equipo contrario se viene arriba y por eso hay que defender. Es evidente que yo no estoy de acuerdo con esa aseveración. Los equipos grandes generalmente se vienen arriba por el simple hecho de salir al campo. No necesitan sentirse heridos para que quieran ganar. No hace falta marcarles un gol. De la misma manera dudo que jugando frente a equipos más modestos como el Copenhague estos fuesen capaces de acercarse al área si jugásemos siempre de la misma forma, es decir como antes de meter el gol. Si en algún momento lo hicieran por casualidad probablemente su casillero estaría ya para entonces bien nutrido. Desde el primer gol nuestro hasta el segundo el partido no fue un partido de fútbol sino ese aburrido deporte al que juega el Atlético de Madrid. A partir de ahí todo fue paz y tranquilidad.

El partido no merece más comentarios más allá de que ya estamos clasificados para la siguiente ronda de la UEFA, esa competición que las televisiones y medios de comunicación desprecian de forma repugnante. ¿O debería decir que es la excusa para que los medios de comunicación desprecien de forma repugnante al atlético de Madrid?

El partido no fue transmitido íntegramente por ninguna televisión nacional. Ninguna. La Sexta se dedicó a simultanearlo con el partido del Villarreal. Es decir, no dejó ver ninguno. La cosa podría tener sentido pensando en la respetable afición castellonense pero el derecho se transforma en esperpento teniendo en cuenta que el partido del Villarreal se retransmitía íntegramente por su televisión autonómica. ¿Cuántos aficionados al Villarreal habrán sintonizado el engendro de La Sexta dentro de la comunidad valenciana? Supongo que entonces habrá que justificarlo buscando en la inmensa cantidad de peñas del Villarreal que existen fuera de su comunidad. Los señores de La Sexta no hacen más que unirse también al tren que pasa por el fútbol-negocio y la politizada historia oficial con sus propias leyes una de las cuales dice que los equipos que lleven en su nombre la palabra Madrid, por su peligrosa capacidad de distraer de la verdad “pura”, no interesan. Señores de La Sexta, ustedes si que no me interesan. Apestan a la misma mierda de la que pretenden huir y pecan de los mismos pecados que con esa pegajosa y elitista soberbia pretenden criticar. Afortunadamente la era de Internet poco a poco acabara con ególatras y líderes del monopolio barato. Afortunadamente estaba Direct8 (un canal francés) para ver en directo, gratis e íntegramente todo el partido.

Lo de La Sexta no es más que el reflejo en imágenes de la patética estulticia que asola el periodismo deportivo en este país. Los resúmenes de noticias deportivas de ayer y hoy en COPE, SER y ONDA CERO pasaban de puntillas por el partido de UEFA de nuestro equipo mientras todos se recreaban sin excepción en fenómenos tan vitales para la historia del fútbol como el enésimo debate sobre el estado de forma de Raúl, El homenaje a Gento, el cabreo de Shuster, lo tonto o tontísimo que es Calderón o el apasionante trofeo Bernabeu. Tanto los de difusión nacional como los que se suponen que se ocupan de la comunidad de Madrid, lo que sin duda llega a ser nauseabundo. Los compañeros audiovisuales no mejoran la situación sino que la empeoran considerablemente o en algunos casos como el de TELEMADRID (con ese tremendamente lamentable y con pinta de poco aseado personaje que dirige su sección de deportes) la llevan hasta cotas muy cercanas a la bazofia.

Decía Sócrates que las almas ruines solo se dejan conquistar con presentes y me temo que hay que ser muy ruin para, por presentes, destrozar, malear y pervertir cosas tan bonitas como la afición fútbol o el periodismo deportivo pero ya lo dijo Albert Einstein también, el mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad.

BUEN DESAYUNO, MALA CENA (Betis - At. Madrid)

Decía Nietzsche que la esperanza es un estimulante vital muy superior a la suerte. Si durante muchas semanas la razón de seguir enganchado al incierto devenir de nuestro equipo estaba fundamentalmente basada en la suerte, en el partido de ayer, sin renunciar a la suerte ni los elementos particulares, conseguí esbozar por fin una leve dosis de esperanza. Esperanza en conseguir ver jugar al fútbol a mi equipo y esperanza en ver un atlético de Madrid que pretende ser digno del nombre que representa.

Aunque por supuesto ninguna alegría es completa o definitiva cuando existen oscuros personajes de por medio a los que se les ha asignado, vete a saber la razón, un papel estelar. En un equipo como el nuestro plagado de internacionales, magníficos jugadores y estrellas mundiales en potencia es sintomático que en el 90% de las crónicas del atlético del Madrid en cualquier sitio aparezca este curioso señor que dirige nuestros designios. Un señor por cierto que viene de un país tan determinante en el mundo del fútbol como lo es Luisi Toledo a la historia del Rock & Roll. No tengo nada en contra de Méjico (al contrario) pero escuchando hablar a Aguirre parece que el resto de la humanidad estamos varios pasos por detrás en cuanto a entender el fútbol se refiere.

Pero hoy no quiero hablar demasiado de Aguirre y prefiero centrarme en los destellos de luz que vislumbre ayer. Pequeñas píldoras de juicio que si bien puede ser motivo de la simple casualidad (o de los penosos momentos que está pasando una institución centenaria como la bética), yo prefiero creer que responden a que alguien dentro de ese vestuario ha decidido dejar de pensar en pequeño. El inicio del partido fue básicamente un espejismo. El Atlético de Madrid salía a morder y se hacía dueño del balón. Las lágrimas de emoción corrían a lo largo de toda mi cara ante el estupor de mi familia, allí presente, que no alcanzaba a comprender mi particular Nirvana, incapaces ellos de controlar los hipidos que convulsionaban mi cuerpo. No podía creerlo. Desde que ese señor de tradición Azteca reposa sus posaderas en el banquillo no ha parado de querer adoctrinar a todos los colchoneros sobre la esperpéntica teoría de que si jugar en tu propio estadio es motivo de miedo y respeto cuando lo hacemos fuera del manzanares el sentimiento debe transformarse en terror. Da igual que sea el Camp Nou en Barcelona o el Salto del Caballo en Toledo. Hay que salir cagados, con precauciones y buscando un sabroso empate. Debe ser una regla que desconocemos en la Europa Occidental que sólo conocen los sabios del distrito federal que como todos sabemos es donde está situado milanelo o la escuela de fútbol del Ajax. Fuera de nuestro estadio las estadísticas se congelan, el poco juego desaparece, la actitud se anula y los resultados se abrazan con la mediocridad. La razón no hay que buscarla en muñecos de vudú o intentando descifrar la ecuación de Schoredinger sino en algo tan simple como que saliendo a un combate de boxeo a que no te peguen es prácticamente imposible que pegues tú y de hecho, lo más probable es que en algún momento te acaben pegando.

Pero ayer no fue así. Ayer salimos como se le supone a un equipo que aspira a algo más que a salir en el Zapping de Antena 3. Tensión, intención, dominio y posesión de balón. El Betís no fue capaz en ningún momento de soportar la partitura que marcaba el atleti. Era cuestión de tiempo que llegase el gol y como suele ocurrir cuando las cosas se hacen bien el gol llegó. Soberbio pase del Kun, ese tipo que según nuestro entrenador tenía que aprender como se juega en europa, y soberbia definición de ese magnífico jugador que se llama Forlán. Somos muy afortunados de tener una delantera como esa. Para todos aquellos cenizos abducidos por la filosofía Azteca que enuncia que jugar la UEFA es un gran éxito para nuestro club les diría que mirasen cualquier delantera de nuestra liga (o de cualquier otra) y me dijese por cual de ellas se cambiaba.

Si todo fuese como hasta ayer lo normal es que en ese momento de explosión el compatriota de cantinflas hubiese salido a la banda cuan Orient Express a inculcar a nuestros jugadores su particular concepto de juego inteligente, es decir, olvidarse del balón, dedicarse a dar patadas y colocar los 10 jugadores de campo al borde del área…. pero milagrosamente no ocurrió así. Acabamos la primera parte con la dignidad de un equipo verdaderamente grande dominando todas las facetas del juego incluida la posesión del balón. Mis hipidos iniciales se transformaron en autenticas convulsiones que estuvieron a punto de hacerme perder el conocimiento. ¡La mitad de un partido ganando y pareciendo un equipo de fútbol!

Pero claro, no todo podía ser perfecto. Comenzó la segunda parte y los jugadores debieron escuchar en la caseta a Leonard Cohen cantando eso de no hay que ser pesimista ni tener esperanza porque el panorama cambió por completo. Eso o que Aguirre recupero la voz y/o lo que él entiende por juicio futbolístico. A partir de ese momento nuestro equipo fue lo que acostumbra fuera (y dentro) del Calderón cuanto tiene el marcador a favor: una escuadra gris, temerosa y violenta que desprecia el balón y el fútbol, al menos lo que entendemos en Europa por fútbol, para dedicarse a dejar pasar el tiempo. La segunda parte, en contra de lo que dirán hoy las habitualmente penosas crónicas deportivas, fue un espectáculo bochornoso que atenta contra los conceptos de espectáculo y deporte. Como casi siempre, por cierto. Gracias a que el Betis está inmerso en su particular via crucis, donde todo se complica sobre manera, y a que Leo Franco, el hombre sin sonrisa, es bastante mejor bajo los palos que cuando se dedica a dar puñetazos al aire, lo que hoy es un gran resultado no terminó siendo otro partido donde “nos dejamos remontar”. A pesar de que nuestro ínclito cuate sigue sin darse cuenta, es muy difícil estar 45 minutos (¡o más!) dando patadas al contrario, pelotazos al balón, y puntapiés a la psyque del espectador sin que te metan un gol.

Ahora me queda la duda. ¿Lo que vimos en la primera parte es motivo para tener fe en este equipo y esa es la tendencia que seguiremos o debería hacer caso al propio Nietzsche cuando dice que tener fe significa no querer saber la verdad?

Estamos en Champions y a 5 puntos del primero así que prefiero tener esperanza pero sin olvidar eso si lo que decía Francis Bacon, la esperanza es un buen desayuno pero una mala cena.

¡LARGA VIDA AL ABERDEEN! (At. Madrid - Aberdeen)

Decía Jacinto Benavente que si la pasión, si la locura no pasara alguna vez por las almas… ¿qué valdría la pena? Una pregunta así tendría que tener en cuenta todo aquel que intente entender este extraño mundo que se denomina fútbol. Mientras las grandes corporaciones, sedientas de porcentajes suculentos y beneficios obscenos, pretender describir y seccionar con números un fenómeno más que centenario y a través de los rígidos parámetros de la economía liberal, lo cierto es que hay cosas incomprensibles que escapan a cualquier tratamiento basado en la lógica cartesiana. Mientras los sesudos de frente despejada intentan adaptar el mundo del fútbol al sistema de franquicias y palomita americano la contundente realidad deja claro que es muy difícil incrustar en este esquema fenómenos como el atlético de Madrid…. o el del Aberdeen. No sé que extraña fuerza sobrenatural es la culpable de semejante anomalía pero le estoy infinitamente agradecido.

El partido de ayer, desde mi perspectiva egoísta y particular, tiene poca historia deportiva pero una suculenta historia humana alrededor que me parece muy interesante. En lo deportivo fue evidente desde el primer minuto la manifiesta superioridad del cuadro colchonero. Por presupuesto, por jugadores y por todo parecía claro desde el pitido inicial que tan sólo alguna genialidad de Aguirre podía dar al traste con una victoria rojiblanca. Dio igual el ritmo cansino que desplegamos o la manifiesta inapetencia que se respiraba en el césped. Dio igual volver a comprobar que este equipo se estrella frente a rivales que se cierran atrás y donde hace falta desplegar los conceptos del fútbol que necesitan del balón y del juego. Dio también igual salir con 9 jugadores, un señor con coleta que vino como central zurdo y se ira como broma pesada y un tipo grueso de color cuya foto aparece en el diccionario de la real academia de la lengua al lado de la definición de intrascendencia. Si la incompetencia de Aguirre esta, desde mi punto de vista, fuera de toda duda, la misma incompetencia es aplicable al tipo que se autodenomina secretario técnico. Su relajada y bien remunerada labor ralla en ocasiones como esta el insulto soez. Que tipos como Eller o Cléber Santana estén ocupando las plazas de extranjero del atlético de Madrid es algo que debería poder ser denunciable en magistratura. Garcia Pitarch debería en un mundo justo dedicarse a otra cosa.

En cuanto a lo que tiene que ver con el balón bastaron un zarpazo del Kun (al que casi descoyuntan en el penalti) y una genialidad de Simao en un libre directo (¡¡Por fin!!) para conseguir tres puntos y fijar los cimientos de nuestro equipo en esta segunda división europea que ahora denominan UEFA.

Pero para mi lo interesante del partido estuvo en la grada. Que un equipo como el Aberdeen, malo de solemnidad, arrastre 7000 espectadores un jueves no festivo a un país extranjero y que no paren de cantar y animar un solo minuto bajo un frío gélido es algo que no sólo atenta contra el nuevo orden económico que los grandes dinosaurios quieren implantar, sino que es algo que me pone muy contento. La afición del atlético tenemos fama de fidelidad, animosidad de ser incansables al desaliento pero tengo que reconocer que superado el miedo inicial de ver a 7000 almas encima de mi, muchas de las cuales a punto de necesitar un chute de vitamina B por envenenamiento etílico, sentí una envidia terrible de ver como vivía el fútbol esa gente. Nos callaron y nos dieron una lección de afición que me vale como cura de humildad y que me hace pensar en lo bonito que debía ser el fútbol hace 50 años y no ahora donde hay gente aficionada a jugadores en lugar de a equipos o donde todo se mide en camisetas, pinchazos de pay per view y tontería varias.

El fútbol parece que se muere. Viendo el telediario (o escuchando la COPE y/o la SER) parece que llegará un día en el que todo el mundo será (¿o ya es?) del Madrid o del Barça mientras el resto de equipos será un suerte de Washington Generals, el tradicional rival ficticio de los Harlem Globetrotters, que a nadie le importa. Todo apunta a que llegará un día en el que el dinero correrá a espuertas por los despachos de los de siempre mientras los innocuos espectadores irán al fútbol como si se tratase una pelea de Wrestling. Por eso es refrescante, aleccionado e ilusionarte ver a 7000 tipos que son capaces de perder el conocimiento un jueves por la noche en un país extranjero gracias a la cerveza y la pasión de seguir a unos colores por encima de su valor en bolsa, la capacidad de desborde de sus extremos o lo guapo que sea su delantero centro. Decía Goethe que las grandes pasiones son enfermedades incurables y que lo que podría curarlas las haría verdaderamente peligrosas. Por eso levanto mi copa por la pasión irracional y la fidelidad en contra de toda lógica. ¡Larga vida a la pasión! ¡Larga vida al fútbol! ¡Larga vida al Aberdeen!

¡BENDITA LOCURA! (At. Madrid - Valladolid)

Decía Confucio que los hombres se distinguen menos por sus cualidades naturales que por la cultura que ellos mismos se proporcionan. Decía también que los únicos que no cambian son los sabios de primer orden y los completamente idiotas. Juzguen ustedes a que categoría pertenece el actual entrenador del atlético de Madrid.

Yo lo que tengo claro es que el equipo lejos de cambiar parece recrearse, cada vez más, en los parámetros establecidos de la misma espesura de naturaleza aburrida que ha sido el único estandarte reconocible de este equipo desde el primer partido de la temporada 2006-2007. Asumamos la realidad: ese el atlético de Aguirre. Podemos seguir esperando que el maná pueda bajar del cielo como algunos adictos a las dádivas de media noche pregonan pero es algo absurdo que vive en contra de todas las leyes de la lógica y la estadística. Esto es lo que hay.

No obstante, hablar de partido aburrido en el día de hoy no sólo es injusto sino que es falso puesto que ver 7 goles y emoción hasta el último minuto no es algo que desgraciadamente podamos disfrutar asiduamente en esto que algunos llaman fútbol moderno. Ahora bien, fútbol lo que se dice fútbol… poco.

El partido comenzó como deberían comenzar todos los partidos en el Calderón, con el equipo volcado para intentar meter gol. A los dos minutos ya lo habíamos conseguido. A los tres minutos el partido siguió como siempre siguen en este atlético. Aguirre ya había sacado en el minuto tres el mismo argumento de todos y cada uno de los partidos que lleva defendiendo ese escudo que tan grande le queda. El equipo atrás, balón para el contrario, juego (¡puaj!) para el contrario y nosotros patadones a 70 metros desde la frontal. Vamos, el famoso código deontológico del compatriota de Cantinflas. ¿Después?, lo de siempre también: primero avisó Llorente, luego Garcia Calvo y al final Victor puso el empate. ¿Cuántas veces ha pasado lo mismo? ¿Cuántas veces más tiene que pasar?

La lectura fácil de los plumillas es siempre que la defensa hace aguas pero esa es la lectura que Aguirre sutilmente provoca para que los periodistas negligentes piquen. Personalizamos en la gente de nombre y apellidos para que así él quede limpio de paja y pluma. Yo hago otra lectura. ¿Cómo se puede consentir que con 1-0 en el marcador, jugando en tu campo lleno y teniendo controlado el partido decidas voluntariamente SIEMPRE desentenderte del balón y de jugar, provocando que un equipo como el Valladolid lleva la iniciativa del juego y ponga el juego y las ocasiones? La defensa podrá ser la línea menos brillante de este equipo (que lo es) pero eso no es óbice para constatar que el equipo no sólo está penosamente entrenado (descompensando, sin ideas, sin esquema, sin balance defensivo, sin sistema de presión, sin juego a balón parado,…) sino que la idea que se pretende implantar es tan nefasta como inoperante. La defensa, al igual que la presión, las faltas, las salidas de balón, las llegadas al área, los desmarques en profundidad, los aclarados, las rotaciones en la media punta y demás facetas del fútbol que al parecer son desconocidas en Méjico, también se entrena. La horita excasa que duran los entrenamientos se le debe hacer eterna a este señor que con tanta gracia dice los tacos.

La segunda parte empezó prácticamente como había acabado la primera: el Valladolid queriendo jugar y el atlético perdido y siguiendo el somnoliento ritmo que marcaba ese displicente y altivo tipo que por desgracia ocupa nuestra portería. La forma en la que este personaje pone el balón en juego es un perfecto símil del atlético de Aguirre: áspera, lenta, tozuda, displicente y aburrida. Como no podía ser de otra forma el Valladolid metió el segundo gol tras un cante de Ze Castro. Aguirre, muy valiente él, castigaría al portugues minutos después en uno de esos cambios que solo entienden el propio Aguirre y Don Pimpón.

Y entonces apareció la catarsis. Puesto que el sistema de Aguirre es una mentira más falsa que los besos del matrimonio Clinton, puesto que el rigor táctico que impone el rapsoda azteca más que una herramienta es una zancadilla al sentido común, los jugadores decidieron hacer la guerra por su cuenta. Aguirre se quejó el otro día de que sus jugadores se marchaban al ataque dejando la espalda desguarnecida. Lo que no se da cuenta este tipo es que los jugadores también son seres humanos y que también son capaces de deducir que para meter un gol es más fácil darle un balón al Kun a ras de césped que los melones que envían los centrales. Entienden que es mejor que el balón lo jueguen los buenos a pasarle la pelota, pongamos por caso, a ese señor de color que de vez en cuando sale a calentar al medio del campo con el partido empezado que responde al nombre de Cléber Santana. Los jugadores este año, a diferencia de su entrenador, quieren siempre ganar y a ser posible metiendo más goles que el contrario.

El partido a partir de ese momento se convirtió en una especie de película de Kusturica en la que todos los protagonistas parecer pasados de revoluciones, que no atienden a ningún criterio lógico, que corre, ríen, se caen, se levantan y se pegan en una especie de delicioso caos que funciona al ritmo de una música desternillante. Los jugadores no son idiotas y saben que el intercambio de golpes en general nos conviene, en especial con equipos de presupuestos diez veces inferior que no tienen la suerte de tener al Kun, Forlan, Maxi, Reyes,…. Aguirre en su búsqueda constante por el saber oculto quiso no obstante dilapidar la fiesta, a su estilo, pero por suerte no lo consiguió. ¿Qué todo el estadio habíamos visto en la primera parte que Varela no está para jugar?... Él lo mantiene. ¿Qué todo el estadio sabíamos que como siguiera en el campo no acababa el partido? Él lo mantiene. Al final expulsado. Los cambios, otra de las especialidades del genio del Yucatán, tampoco tuvieron desperdicio. Más que dignos de ser comparados con un película de Kusturica deberían compararse con una de Ed Wood. Tremendo. En el fragor de la batalla y para desdicha de nuestro director deportivo vimos 7 goles y acabamos ganando (con suerte) a pesar de estar con 10.

No soy muy amigo de los partidos rotos. Me gusta el fútbol ordenado y los equipos que juegan como equipos pero puestos a elegir entre el torpe e inútil ladrillo constreñido que propone Aguirre y el caos más absoluto prefiero el caos. Incluso el caos más absoluto tiene más que ver con el fútbol que el obtuso y perenne planteamiento de Aguirre. ¡Bendita Locura!

¿CONOCÍA CHESTERTON A AGUIRRE? (Almería - At. Madrid)

Decía Ernesto Sábato que ser original es en cierto modo estar poniendo de manifiesto la mediocridad de los demás. Por eso Emery, el entrenador del Almería, aparece hoy como un tipo genuino más cerca de ser un genio de la táctica futbolística que del sopor que se les supone a los equipos modestos. Ayer los entrenadores del supuesto grande y del supuesto pequeño cambiaron sus papeles. En realidad esto no es ninguna novedad porque Aguirre suele cambiar los papeles (si es que como estoicamente defienden algunos de verdad tiene algún papel) especialmente si es un papel que le pide jugar al fútbol.

Ayer un servidor estaba por esas tierras sembradas de plásticos donde reluce el Indalo, cuando leyendo en un periódico local una frase del entrenador del Almería casi se me saltan las lágrimas: “la táctica es lo de menos, lo importante es que el mejor Almería que tengo salte al terreno de juego a ganar el partido”. Es muy probable que a algún lector colchonero esta frase le pueda sonar a demagogia pero eso es porque nosotros estamos acostumbrados a la eufemística y capciosa verborrea de Aguirre. A pesar de a lo que estamos acostumbrados no sólo hay entrenadores que piensan lo que dicen sino que hasta es posible encontrar algunos que intentan poner en práctica lo que dice y lo que piensan. Esto por supuesto no es más que ciencia ficción para nuestro particular via crucis transformado en azteca sonriente. Lo de ayer no es más que lo de siempre con la diferencia de que había menos tipos geniales en el campo, los que quedaban dentro tenían la severa consigna de no perder su posición cerca del portero para que su entrenador (¡ja!) no pasase otra mala semana y que enfrente tenía un equipo modesto (que no cobarde) que mordía (en ocasiones puede que en exceso).

Y es que cuando jugando en Almería a los cinco minutos te han hecho ya 5 ocasiones es fácil deducir a lo que ha salido un equipo y a lo que ha salido el contrario. El Almeria a ganar el partido con lo que tiene y el Atlético a intentar no perderlo a pesar de lo que tiene. Así de sencillo. Como siempre. El resto fue simplemente un monólogo de un equipo valiente y agresivo salpicada de acciones erradas y de pinceladas de un equipo carísimo y timorato preocupado exclusivamente de su espalda.

Lloro de rabia de imaginar de lo que sería capaz mi equipo si saliese con otra actitud al campo y alguien lo entrenara. Me resulta patético tener que recurrir a la suerte para sacar un miserable empate a cero con un equipo como el Almería, con todos mis respetos para este equipo, su entrenador y sus jugadores que viendo el partido de ayer deben sentirse como futbolistas y no muñecos de futbolín dirigidos por un testarudo funcionario como deberían sentirse los nuestros.

El manido latiguillo de la endeble defensa es simplemente otra prueba fehaciente de la galopante ceguera de nuestros particulares periodistas-topo. El atleti no funciona en ninguna de sus líneas y no lo hace desde que este redentor de acento tan gracioso calienta sus posaderas en nuestro banquillo. La defensa, el centro del campo y el ataque. Nada funciona. Sobresale de vez eb cuando la particular e inmensa calidad de algunos jugadores pero no es lo mismo. Antes, en tiempos de infames entrenadores como Sacchi, Ferrando o Manzano siempre había alguna línea que se salvaba. Ahora no se salva ninguna. El atleti no funciona en ninguna línea porque ninguna línea está entrenada y todas ellas están dejadas de la mano de Dios. Por negligencia o por incapacidad todas las líneas, las jugadas a balón parado, el físico, la táctica, la mentalidad, la psicología,… todo esta dejado de la mano de Dios. La defensa evidentemente no funciona a pesar de tener los dos laterales izquierdos de la selección española (es decir, los demás no deben ser mucho mejores), un lateral derecho campeón de Europa y otros dos centrales internacionales por los que se han recibido ofertas millonarias no hace mucho tiempo. ¡Quitémonos la venda de los ojos! Si cuatro tipos así son incapaces de funcionar como equipo es que quien tiene que hacer el equipo no sabe hacerlo. El centro del campo no es que no funcione, es que no existe. No existe porque el entrenador no quiere. Él prefiere dos tipos recios y contundentes que peleen de cabeza los pelotazos, corten el juego y sepan dar un buen pase a los centrales. Ese el centro del campo de Aguirre en año y medio y con 8 jugadores distintos. Para esa zona no valen Ibagaza, Rosiky, Snejder, Van der Vaart o Riquelme. La delantera tampoco está trabajada. El año pasado con Torres (ese gran profesional), este con el Kun, con Mista o con Leif Garrett es siempre igual: un tipo solitario que recibe melones desde 70 metros. A partir de ahí es cosa suya. ¿Esa táctica se entrena? El segundo punta es un eufemismo para nombrar al tipo sacrificado que se incrusta en el centro del campo del equipo contrario a estorbar. Las bandas, las manidas bandas, son como un carísimo muñequito a pilas pero sin pilas. Como no les llega el balón no funcionan. Cuando por casualidad les llega el balón mueven los bracitos (muy bien).

Ese es el atleti desde hace año y medio. Ayer empatamos pero podríamos haber perdido. Otras tantas veces perderemos y alguna vez ganaremos por coraje y por alguna gracia de San Kun o del resto de millonarios que juegan en nuestro equipo. Eso es lo que nos espera. Deambular errantes por la espesura y la tristeza. Decía Chesterton que la mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta. Me cuesta creer que Chesterton no conociese a Aguirre.

MERECER O NO MERECER (At. Madrid - Villareal)

Decía de la Fontaine que la mayor desgracia es merecer la desgracia y francamente, personalmente opino que merecemos la desgracia de tener que sufrir cosas como perder en tu estadio metiendo tres goles, lo cual es bastante desgraciado. Puede parecer severo, injusto y ciñéndonos a detalles específicos quizás es difícil de tragar pero yo prefiero mirar más allá de errores puntuales y valorar sobre todo que es lo que merece un equipo que no es ni siquiera un equipo. ¿Qué merece un equipo de fútbol que no quiere jugar al fútbol? ¿Qué merece un equipo que basa su éxito o fracaso en el azar?

Efectivamente, hemos marcado tres goles y la lectura fácil es pensar que la defensa es un coladero pero esa excusa es algo demasiado simple para un mundo tan complicado como este plagado de mercenarios, millones de euros e iluminados. Es algo demasiado sencillo como para justificar la trayectoria de una entidad centenaria de presupuesto obsceno. Si fuese tan sencillo bastaría con cambiar la defensa y asunto resuelto pero no es tan sencillo. Hubo un tiempo no muy lejano en que teníamos la mejor pareja de centrales de Europa y resulta que son los mismos que juegan hoy. Para mi el equipo pierde (o empata) por otras razones pero aun así, abundando en la tesis de la defensa-coladero, yo me haría la siguiente pregunta: ¿Cómo puede ser un coladero una defensa donde los cuatro componentes son internacionales absolutos con las selecciones de su país? ¿Cuántos equipos hay en primera división con una defensa en la que todos son internacionales?

Capítulo aparte merece nuestro portero. Ese hombre permanentemente enfadado que se pasa la vida perdiendo tiempo. Recuerdo hace unos años cuando apareció en la selección yugoslava un jugador llamado Drazen Petrovic y lo antipático que se hacía a todo aquel que no era seguidor del equipo donde jugaba. Un tipo desquiciante, engreído, con pinta de niño mimado y actitud de payasete que sacaba de quicio a todo el que pasase por allí. Eso si, era un jugador como la copa de un pino que además de tener una técnica excelente y unos conceptos de envergadura era capaz de echarse el equipo a la espalda y decidir cuando había que decidir. Un jugador único. Un amigo mío decía que para ser un tipo odioso sobre un campo hay que ser muy bueno porque de otra forma parecerás simplemente un gilipollas. Que razón tenía mi amigo. Petrovic era un excelente jugador y lo fue hasta el fatídico día que estrelló su coche. Leo Franco es también, aunque por otros motivos, un tipo odioso sobre un campo de fútbol pero dista bastante de ser un jugador determinante o carismático. Aparte de su áspero trato con los medios y aficionados o sus lacónicas contestaciones especiadas en el tiempo de forma exagerada, sobre el césped desprenda apatía, dejadez y espesura. Su eterna y lamentable parsimonia a la hora de poner el balón en juego lleva ya demasiados domingos enervando a unos aficionados que como yo no necesitan precisamente más enervamiento. Si esa actitud se mezcla con la espectacular actuación de hoy, es fácil entender las pitadas del Calderón y por que para el 90% de los aficionados el culpable de la derrota tiene nombre y apellido.

Pero aunque nuestro sempiterno cabreado cancerbero sin duda tuviese una actuación inigualable yo no me bajo de mi tesis fundamental, que por cierto es la misma que vengo manteniendo desde las navidades pasadas: este equipo no juega a nada, tiene una actitud mezquina y mediocre, está mal entrenado y todo ello es fundamentalmente culpa de su entrenador.

El resumen del partido es el de siempre. Salimos a especular y a que nuestros centrales den puntapiés desde la frontal de nuestra área. De vez en cambio (generalmente de casualidad) le cae un balón a cualquiera de nuestros cuatro jugadores de arriba y estos se inventan algo magnífico. Especialmente si le cae al Kun. Así llegan el 90% de los goles que mentemos y así llegaron los dos primeros goles. 2-0 y mediados de la primera parte. Cualquier equipo decente se apoderaría del balón e impondría el tempo del partido jugando lejos de su portería para evitar errores. El equipo mezquino en el que nos quiere convertir nuestro entrenador lo que hace SIEMPRE es recular las líneas hasta poner 9 jugadores (excepto el Kun y Leo Franco) a escasos metros de nuestra frontal del área. Como siempre, nos empataron. El Villareal, un equipo que a diferencia del nuestro está bien entrenado, pretende tener el balón y ganar los partidos con el (y no a pesar de el), se dedicó a mover el balón buscando su oportunidad. Afortunadamente Leo Franco le facilito por dos veces esa oportunidad buscada. ¿Qué hubiese ocurrido si el balón lo hubiésemos tenido fundamentalmente nosotros? ¿Qué hubiese pasado si el Villareal no hubiese estado tan cerca del área con tanta facilidad?

Comienza la segunda parte y seguimos sin jugar absolutamente nada pero al menos parece que la actitud es la de estar algo más alejados de nuestra área. Supongo que la razón es que tenemos una plantilla de grandes jugadores a los que les debe joder sobre manera las dogmáticas bobadas del aficionado al fútbol que dirige el vestuario. Fallamos un penalty pero aparece el Kun en una jugada esporádica y de nuevo por encima del marcador. El equipo sigue sin parecer un equipo, sigue sin jugar a nada pero los jugadores quieren ganar. Reyes lo intenta, Simao lo intenta y supongo que por eso los dos acaban en el banquillo. Ninguno de los dos ha conseguido jugar todavía en la banda donde se hicieron famosos. Aguirre es así. Aguirre es también el único entrenador del mundo que sabe los cambios que va a hacer (y en que momento) antes incluso de empezar el partido. Da igual lo que ocurra sólo conoce una forma de NO-jugar. El vodevil desde ese momento hasta el final es historia. Atónitos asistimos a las grandes escenas cómicas de Jurado en banda, Maxi perdido y ejecutando su particular via crucis, Maniche peleando contra su propia sombra, Perea imitando a Harold LLoyd, Seitaridis interpretando a Patrick Mc Murphy en Alguien voló sobre el nido del cuco, Leo franco haciendo votos para ingresar en los tonetti haciendo de serio y Aguirre desde la banda en una especie de Willy Wonka gris y descafeinado que más que chocolate lo que ofrece al mundo es un áspero ladrillo.

Mis compañeros de sector abandonan el estadio echando pestes contra Leo y la defensa pero yo no puedo dejar de mirar a ese señor canoso que horas más tarde dirá que nuestro problema es que el equipo se va alocadamente al ataque. Supongo que será como decía Pio Baroja, que a una colectividad se le engaña siempre mejor que a un hombre.

ERROR HUMANO (At. Madrid - Sevilla)

Decía Séneca que vencer sin peligro sería ganar sin gloria y a fe que lo comprobamos ayer. Cuando encauzaba el camino de los vomitorios del Vicente Calderón lo hacía con la sensación de los viejos partidos de fútbol, esos que vivía cuando era pequeño, esos que estaban plagados de goles, jugadas, fuerza, lucha, emoción, polémica, érrores,… es decir, de lo que casi todos entendemos que es un partido de fútbol. 7 goles en un Atlético de Madrid – Sevilla es algo que atenta contra la línea de flotación del fútbol moderno pero gracias a Dios los jugadores, verdaderos protagonistas de este deporte, todavía son humanos (tiempo al tiempo) y a veces se les olvida lo que minutos antes se les ha ordenado en el vestuario.

El partido comenzó con chispa y velocidad, algo que no siempre práctica nuestro equipo. Supongo que esta vez lo hicimos porque enfrente estaba un equipo bien entrenado como el Sevilla que si te dedicas a especular te mete siempre un gol más que tú. Eso lo sabía Maxi, que cada día se parece más al Maxi pre-lesión, y por eso no dio por perdido un balón que la mayoría de jugadores hubiese dado por perdido. Apareció Forlán para disparar, Maxi entrando desde fuera del campo (y por tanto en claro fuera de juego) recibe un no menos claro penalti y Maniche mete gol. Árbitros, esos personajes…

Pero el atleti de Aguirre es el atleti de Aguirre y claro, como no podía ser de otra forma, en ese momentó mandó a todos sus jugadores a proteger la frontal del área. A partir de entonces el partido fue del Sevilla y claro el Sevilla no es el Levante por mucho que el señor Aguirre se empeñe en creer que si. A lo mejor es que él mira el fútbol por encima de las rodillas de los jugadores pero si mirase al césped, donde está el balón, vería lo que es un equipo bien entrenado donde da igual conocer los nombres de los jugadores ya que siempre intentan jugar al fútbol desde la posición correcta. Como no podía ser de otra forma nos empataron. El como es una anécdota.

Vuelta a empezar. Volvimos a la actitud del principio del partido, esa que no debería perder un equipo que se dice de champions pero esa que nuestro entrenador congela cada vez que metemos un gol. Tras un excelente remate de Luis García, esa estrella mundial que juega en nuestro club (a pesar de nuestro exquisito entrenador) decidió sumar un gol a su marcador particular. Sin dibujos animados, sin gambetas ni desmarques pero un valioso gol.

Y entonces, gracias a Dios, apareció la clave del partido: el error humano. Los jugadores de nuestro equipo decidieron probablemente de motu propio que estaban hartos de acobardarse con cualquier equipo que marche por detrás en el marcador y decidieron jugar de tú a tú. Sin brillantez ni gran fútbol (porque es difícil pasar del cero al infinito en segundos) pero de tú a tú. Es un gran avance. Sutil pero significativo. Lamentablemente, porque la vida es injusta, el Sevilla se fue al descanso empatando el partido gracias a un incomprensible error de Ze Castro, el cerebro en la creación de nuestro juego designado por Aguirre y jugador que todavía no está a la altura del resto de titulares (y varios suplentes).

He dicho más arriba y mantengo que el Sevilla es un gran equipo, muy peligroso, difícil de batir y sobre todo (lo que más envidia me da) muy bien entrenado. Da gusto verles moverse por el campo, presionar arriba, salir con rapidez, desmarcarse con elegancia, triangular con coherencia… que lejos parecen de nuestro particular engrudo diseñado por el mejicano. Parece que jugamos a cosas distintas. Que envidia me da ver ganar jugando al fútbol y no teniendo que apelar siempre a la épica. Pero también digo que el Sevilla es de los equipos que más antipatía me despiertan. Sucios sin razón, leñeros sin razón, pendencieros y lo peor de todos soberbios y arrogantes (también sin razón). Supongo que son el fiel reflejo del impresentable personaje que dice ser su presidente o de su esperpéntica extensión en el campo, ese pendenciero desequilibrado que responde al nombre de Palop. No recuerdo un Atleti-Sevilla en el Calderón donde los sevillanos no se dedicaran a dar patadas a diestro y siniestro provocando a todo aquel que pasase por allí. Todavía me acuerdo de aquel partido que se suspendió y se reanudó hace años donde nuestra afición fue injustamente tratada. Sin perdonar el arrojo de ninguna botella, que por supuesto merece el castigo preciso, el que los jugadores del Sevilla (y en especial su trastornado guardavallas) saliesen como héroes maltratados, atenta contra la inteligencia humana y la definición de justicia.

La segunda parte fue un precioso toma y daca con alternativas, poco juego (sobre todo por parte de nuestro equipo), pasión, faltas, tensión, emoción… y excelentes jugadores (sobre todo en nuestro equipo). La jugada del tercer gol no por aislada deja de ser una obra de arte. El pase del Kun es irreproducible ni en el pro evolution soccer 7. El remate de Maxi no tiene nada que envidiar a aquel que hace años metió en Sevilla contra el Betis ese gran profesional que nos dejó tirados este verano y que ahora se cura de su lesión el Liverpool. El cuarto gol es otra magnífica jugada de banda con pase de la muerte y remate letal. Otro fallo de Ze Castro provocó el 4-3 en el descuento pero por una vez las artimañas de Aguirre en cuanto a parar el partido y perder tiempo (debe ser lo único que entrenamos) sirvieron para volver felices a casa.

Viva el fútbol y viva la pasión. Si, hubo fallos, errores de bulto, pasión, dureza, momentos épicos y desajustes. Sé que a los entrenadores esto no les gusta pero tampoco sé que ellos no pagan ningún abono ni se van a ver partidos a las 10 de la noche bajo un frío intenso después de haberse levantado a las 6 de la mañana. Algo así sólo se entiende a través de un concepto tan poco cerebral como la pasión y ya lo dijo Ribot, la pasión es una emoción crónica. Hay entrenadores que deberían hacerse mirar su aversión hacía esos conceptos que son el motor del deporte que les da de comer.

¿FELICIDAD? (Levante - At. Madrid)

Decía Giacomo Leopardi que para la felicidad son bastabte menos nefastos los males que el aburrimiento y es que este atlético de Aguirre no sólo aburre hasta empachar de sopor sino que ese juego vulgar y casposo que ejecuta (en el amplio sentido del concepto) es un potente antídoto contra la felicidad.

Lo cierto es que se me hace verdaderamente complicado intentar explicar porque estoy enfadado e indignado con mi equipo cuando hemos ganado un partido y estamos a 3 puntos del segundo clasificado. Puede que lo explique ligeramente el hecho de que en realidad no esté enfadado con mi equipo sino con el tipo que desgraciadamente dirige nuestros designios deportivos y que desde mi punto de vista, hoy por hoy, es el único culpable de que a pesar de los intentos denodados por alguno de sus jugadores por crear algo con sentido, este hombre nos siga manteniendo gracias a su tozudez en la fácil mediocridad dentro de la cual pretende hacernos vivir.

La lectura de mucha gente esta noche será la de que estamos en la pomada de la liga. Esa será la lectura fácil de todos aquellos que no sigan al atlético asiduamente y de los que no han visto el partido de hoy. Es decir, el 95% de los periodistas y una gran mayoría de aficionados. Los valientes que se deleiten con el tergiversado resumen de cualquiera de nuestras televisiones patrias se quedarán con la pegada de este atleti, con que Forlán sigue metiendo goles, que hemos tenido más ocasiones de gol, etc… Mentira. La realidad la puede decir cualquier martir que ha soportado el soporífero partido de esta tarde. Este y otro partido cualquiera como este de los que hemos tenido que sufrir durante temporada y pico.

El resumen del Levante-At. Madrid es muy fácil. El Levante, último clasificado y sumido en una crisis de juego y resultados, salen a juntar las líneas del equipo e intentar morder. Lógico. Es lo que tiene. Nosotros, como siempre, salimos a especular y ver que pasa. Ilógico con lo que tenemos. A partir de ahí ya saben: “Juego” tosco, espesura, miedo, lentitud, minar el centro del campo y la marca de la casa del estilo Aguirre, verdadero eje sobre el que gira su supuesto sistema: pases de 70 metros desde los centrales hacia la nada. En pases de ese tipo llegaron el 90% de nuestras ocasiones y después de uno de ellos, con un puntapié de Ze Castro desde su patria chica, apareció la habilidad de ese genio llamado Kun Agüero (habilidad que por cierto no valía el año pasado para el trilero de las excusas) para bajar el balón con el pecho y para que Forlán, ese otro jugadorazo que tenemos la suerte de tener en plantilla, metiera el balón en el fondo de la portería. Fin del partido para nuestro entrenador. Si antes no se podía hacer fútbol a partir de entonces no se puede ni jugar. Desde ese preciso momento lo de siempre: tontear con la pelota, parar el juego, hacer gili-faltas y seguir dando pelotazos convertidos en melón que el bueno del Kun transformaba de vez en vez en obras de arte. Así hasta el final del partido. Lo normal es que para aguantar al Levante valga. Lo normal también es que haciendo esto el 90% de equipo de primera división nos empate o nos gane. Es lo que ocurrió el año pasado, es lo que ocurre este y es lo que ocurrirá hasta que el mundo se acabe. Si no hubiese visto la misma película muchas veces (demasiadas) pensaría que simplemente ha sido un mal día. No lo es. No es casualidad. Es buscado.

Pero hoy ha sido un día redondo para nuestro “entrenador”. Es lo que busca y le ha salido bien lo que a la postre significa un paso atrás en el camino hasta descubrir que esa filosofía no sólo es mezquina sino que no vale. Si dejas que el equipo contrario se venga arriba, te acribille a faltas y a corners (si, ese lance del juego que nuestro entrenador desprecia y con el que otros equipos ganan partidos) pero sobre todo que estén mucho tiempo cerca del área, lo más probable es que alguien en nuestro equipo tenga un fallo. Estoy harto de escuchar a este tipo llamado Aguirre decir que hemos perdido o empatado partidos que teníamos ganado por “un error de la defensa”. No, señor Aguirre. Tener un error es normal. Todo el mundo los tiene. Hasta el campeón de Europa los tiene. Lo que verdaderamente es un error (de concepto) es pensar que para ganar un partido basta con que una pedrada se convierta en ocasión de gol porque entonces si que por la misma razón un error significa perderlo. Según como transcurra el partido puede ser así de determinante pero plantear TODOS los partidos para que sean así, es decir que el resultado dependa de lo que ocurra de casualidad o por error en 15 segundos, más que de cobardes o de mediocres yo diría que es de ineptos. No sé si es el caso pero es lo que parece. Lo lleva pareciendo ya demasiado tiempo. ¿Usted de verdad piensa que los que ganan la liga lo hacen porque no tienen ningún fallo en defensa o quizás se deba a otras razones?

En un equipo con Agüero, Forlán, Luis Garcia, Maxi, Raul Garcia y Maniche en el campo es simplemente lamentable dos cosas: que el principal artífice para repartir juego sea Ze Castro y que a ninguno de los mencionados arriba se les permita crear fútbol. Veo que vamos a perder la oportunidad otra vez de ser felices pero esta vez, para variar, con una gran plantilla. No sé que terrible tragedia tiene que ocurrir para que mi equipo vuelva a ser un equipo. No sé que terrible tragedia tiene que ocurrir para que ver un partido de mi equipo, dentro y fuera del calderón, sea un motivo de felicidad y no un suplicio absurdo y soporífero, pero por favor que ocurra ya. Señor Aguirre, déjenos ser felices porque como decía Borges la única cosa sin misterio es la felicidad ya que se justifica sola.

COMPLEJO DE CHEMINOVA (Lokomotiv - At. Madrid)

Decía Canovas del Castillo que él nunca se enfadaba por lo que la gente le pedía sino por lo que la gente le negaba. Yo estoy muy enfadado con Aguirre porque me niega poder disfrutar de lo mío, de mi equipo, de aquello por lo que pago y por lo que sufro. Del Atlético de Madrid del que un día me convencí. Me negó poder disfrutar el año pasado del jugador que lleva dos meses seguidos demostrando lo tremendamente estúpido de esa cobarde decisión y sistemáticamente me niega poder disfrutar de la mejor plantilla que tenemos desde que volvimos a ser equipo de primera división.

El partido de hoy contra los rusos es otro ejemplo más de un aprendiz de entrenador disfrazado de incomprendido erudito que estropea cada vez que tiene ocasión hasta lo más difícil de estropear. Sólo gracias a las más absurdas genialidades de este trilero de la excusa era posible perder un partido como el de hoy. Sólo gracias a la patética fanfarronería de este ídolo de periodistas advenedizos, el equipo ruso tenía la oportunidad de crecerse y jugar de tú a tú a un club que le dobla en talento y presupuesto. Sólo gracias a la densísima cobardía de este sujeto un equipo como el ruso ha tenido el tiempo y la posibilidad de ganar el partido. Al final se ha cumplido el oráculo de nuestro Mesías y hemos empatado.

Y es que ya era bastante desalentador el discurso de nuestro querido personaje durante toda la semana: “un empate no es un mal resultado”. Ese es nuestro entrenador. Esa es la persona que tiene que convencer a nuestros jugadores de que somos un equipo ganador.

Como no podía ser de otra forma el equipo salió con la actitud de que un empate no es mal resultado. No podía ser de otra forma. A los diez minutos ya acumulábamos 6 pelotazos, 10 despejes a la nada y ni una sola triangulación en ninguna parte del campo. Aguirre en estado puro. Por supuesto, ya que había un peligrosisismo jugador ruso, volvió a aparecer ese lamentable recurso táctico de colocar a Forlán en el centro del campo “para que eche una mano”. Un tipo capaz de meter en la portería todo lo que se queda sin dueño cerca del área es condenado al ostracismo de pelearse con los rocosos centrocampistas del equipo contrario. Ya lo hacía con Torres. Un tipo genial este Aguirre. 24 millones de euros dedicados a corretear, despejar de cabeza, presionar y dar patadas. A pesar de eso mete goles. Sin duda y a pesar de Aguirre Forlan es un gran fichaje y gran profesional. Como Torres también, que curioso.

Con todo, sin duda la mayor genialidad de nuestro supuesto director técnico ha sido viajar al frío para destrozar la línea más sensible del equipo, la defensa, apoyado en esa estupidez de las rotaciones. Ya he dejado claro en este blog lo que opino de las rotaciones y no lo voy a repetir. Hoy hemos asistido a otro gran ejemplo de este magnífico hallazgo para el fútbol. Una línea tentada y vilipendiada el año pasado que por fin parecía encontrar la solidez es destrozada con alevosía y sin anestesia por este aguerrido tipo. Debe ser que no le regalaron un cheminova cuando era pequeño y ahora tiene la necesidad de demostrar al mundo su habilidad con los experimentos. Lo triste es que a pesar de que no le sale bien ni uno solo de ellos, gracias a que sabe conjugar muchos verbos (cosa que por lo visto fascina a los señores que berrean por la radio) y a que tenemos una directiva que debe hacer mucho tiempo que no ve un partido de nuestro equipo, este aficionado al Wrestling sigue practicando con una plantilla que cuesta más que muchas ligas europeas. Empeñarse en sacar por enésima vez a ese tipo, que dice ser futbolista, llamado Eller el mismo día que se te ocurre poner a un zurdo cerrado como lateral derecho (justo en el momento cuyo estado de forma es el más bajo desde que inició la carrera deportiva) sólo tiene tres explicaciones: o quieres que te echen o te estas riendo de todo el mundo o pretendes ser más listo que nadie sin serlo. Por no hablar de poner de portero al protagonista negativo del anterior partido, a Jurado descolocado (como siempre), a Simao por la banda que no es la suya (y donde todavía no ha hecho nada, por cierto) y pedirle a un señor negro y fuerte que se ponga a calentar dentro del campo.

Pero gracias a Dios tenemos al Kun Agüero. Si, ese tipo que el año pasado pasaba las tardes de los domingos en el banquillo porque el señor estirado con acento mejicano que dice dirigir los designios deportivos de nuestro equipo decía tener que enseñarle a jugar al fútbol en Europa. Sólo por eso deberían retirarle las credenciales de entrenador. No sin antes darle el manual de todo aprendiz de entrenador: la pelota, esa gran desconocida.

Ni entiendo ni entenderé porque pase lo que pase seguimos teniendo que estar dirigidos por la misma persona sin que a nadie parezca importarle. No conozco a ningún profesional cuya empresa le perdone tantos errores. Ahora tendremos que escuchar el discurso afectado de siempre, la excusas baratas, las deducciones de fofito con el patético epígrafe de que ya decía que el empate no era un mal resultado. Lamentablemente ahora está de moda desviar la atención, echar la culpa al que pasaba por ahí, justificar lo injustificable y decir que lo que necesitamos es continuidad en el banquillo pero es que ya lo decía de la fontaine, todos los dioses del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda.

MÁS CINE POR FAVOR (At. Madrid - Zaragoza)

Dice un proverbio persa que la mitad de la alegría reside en hablar de ella y es que da gusto pasar lo que queda del domingo hablando de fútbol después de salir del Calderón cantando los coros del himno en lugar de aturdido por el brutal volumen al que han puesto el mismo himno como forma de enmascarar las típicas pitadas post-partido.

¿Qué ocurrió el domingo en el Calderón? ¿Resulta que ahora Aguirre es bueno?... Yo sigo pensando que no. ¿Resulta que ahora los jugadores son buenos?... Yo sigo pensando que antes también lo eran. Lo que de verdad creo (en realidad sigo creyendo) es que somos un gran equipo y que este año tenemos una gran plantilla. Una gran plantilla descompensada que cuando de alguna manera somos capaces de superar esa descompensación se torna en una escuadra muy peligrosa. Es evidente que un equipo en el que quitas a Simao y Reyes después de jugar con dignidad para poner a Luis Garcia y Maxi y meten tres goles entre los dos, no puede ser un equipo que simplemente pelee por “sacar más puntos que la temporada anterior”. Ese es el verdadero talón de Aquiles de este Atlético de Madrid: la mentalidad mediocre y el miedo. Hay que luchar por metas que realmente cuestan y son difíciles para valorar cual es la verdadera dimensión de cada uno. No conozco a ningún deportista verdaderamente importante que se conforme con sacar más puntos que la temporada anterior.

El Atlético de Madrid de este señor llamado Aguirre no sabe crear fútbol. En realidad, no sabemos si lo sabe hacer porque su entrenador no quiere crear fútbol sino que prefiere potenciar otro tipo de opciones para ganar los partidos. Prefiere hacer que el equipo contrario no juegue, prefiere afilar las uñas para clavarlas rápidamente cuando el contrario cometa un error, prefiere tener entrenados los mecanismos por los que se pueda aprovechar de forma letal los riesgos que imprudentemente tome el equipo contrario,… ese tipo de cosas. De esa forma es quien es. Por cierto, ¿quién es?

En este sentido un equipo entrenado por Victor Fernández es el contrincante soñado para alguien como Aguirre. Un equipo que quiere ser protagonista, que quiere el balón, que pretende crear juego y que además pretende hacerlo en todo momento con los jugadores disponibles que mejor juegan al fútbol (y no con los más fuertes, o los más brutos o los más disciplinados o los que más corren) es el rival soñado para el técnico mejicano. El Zaragoza por lo tanto lo es. Si además es este Zaragoza concreto, que desprende un tufo muy raro respecto a la relación entre sus jugadores, que transforma su personalidad en un juego espeso y aburrido, que se torna un sucedáneo de lo que quiere ser y que no asusta a nadie, donde Luccin y Gabi son titulares,… la empresa empieza a ser interesante para nuestro equipo. Si además a los 9 minutos te pones por delante con un soberbio gol tras un pase de tiralíneas del delantero centro (¡el mundo al revés!), con lo que ya no tienes la incómoda necesidad de tener que asumir la iniciativa en la creación del juego, el escenario resultante se transforma en el escenario perfecto. Esa fue la película. Eso fue lo que ocurrió.

Y claro la función fue precisa y preciosa. Pudimos disfrutar viendo la tremenda delantera que tenemos: el Kun, un tipo de esos que cada vez que tiene el balón crea un silencio en la grada y el miedo en el equipo contrario unido a Forlan, un tipo capaz de dar un pase entre líneas (digno de ese jugador que nuestro equipo no tiene) diez minutos antes de meter un gol haciendo una preciosa vaselina al portero contrario. Pero es que además pudimos comprobar que ese excelente jugador llamado Luis García no ha venido aquí a retirarse sino que está para disputar la titularidad a quien sea y para comprobar también con gozo que Maxi no está muy lejos de ser el magnífico, imprevisible y letal jugador que siempre ha sido. Supongo que así es muy difícil que Simao y Reyes se toquen las narices en los entrenamientos. Perea se sale, Pernía parece dopado y se acerca peligrosamente a parecerse al jugador que creímos haber fichado (en contra de los que muchos, como un servidor, creían que podía ocurrir). Pablo se parece a Pablo y no a ese miserable que desprecio nuestra institución, Maniche ha descubierto las maravillas de los pases hacia el otro lado del campo y Raul García avanza a pasos agigantados hacía ese jugador referencia que hace tantos y tantos años que no tenemos.

Fue como disfrutar de una de esas amables películas se hacían en hollywood en los años 40 donde a pesar de saber que todo era amable y que no ibas a sufrir en toda la película, la trama era interesante, la ejecución sublime y el resultado ponía una desconocida sonrisa en tus labios. Eso fue lo que nos ocurrió a los colchoneros el domingo pasado y eso es lo que hacía mucho tiempo que no teníamos: una preciosa comedia romántica.

Espero que la siguiente vez que volvamos al cine no tengamos que volver a ver dramones escatológicos sobre el holocausto, densísimas y pretenciosas tramas oscuras de cine europeo que nadie entiende salvo el director o lo que es peor (y lamentablemente muy habitual): una de Pajares y Esteso. ¡Más cine (del bueno) por favor!

CONCLUSIONES DE KYLE XY (Barcelona - At. Madrid)

Decía George Orwell que la manera más rápida de terminar una guerra es perderla y eso es precisamente lo que habrá pensado el bueno de Aguirre en el descanso del Barça-At- Madrid. No sé cuales serán las sensaciones de la familia colchonera tras el partido de hoy pero las mías son que otra vez más vamos a perder la oportunidad de hacer algo digno de este club por razones ajenas a los tipos que se calzan las botas y saltan al césped. Creo que tenemos la mejor plantilla desde que volvimos a primera división pero desgraciadamente también creo que tenemos el peor entrenador.

El partido comenzó dando la sensación de que sería un gran partido. El Barcelona tiene (en mi modesta opinión) la mejor platilla de largo de toda la liga española con lo que perder en el Camp Nou evidentemente entra dentro de la lógica. Sin embargo, a diferencia del año pasado donde nos limitamos a jugar como un equipo recién ascendido, esta vez parecía que queríamos ganar el partido. ¡Bien por mi equipo! Probablemente empujado por la inercia de las últimas jornadas en las que los jugadores se sintieron por fin jugadores de fútbol en un equipo de fútbol (para variar) hicimos lo que hay que hacer para ganar al Barça: quitarle el balón, no dejarles jugar con comodidad cerca del área, ser rápido en los huecos a la espalda y jugar rápido el balón en vertical o hacia delante. Lamentablemente en nuestra portería estaba un señor italiano que no encontró peor día, ni peor momento, ni peor escenario para demostrarnos que no parece ser un gran fichaje.

Un error garrafal contra el Barça y 1-0 perdiendo. Eso no es culpa de Aguirre evidentemente. Tampoco lo es que el Barcelona tenga la suerte de contar con una delantera (y un centro del campo) que envidiaría cualquier equipo del mundo menos aquellos que, como el nuestro, tienen entrenadores que desprecian determinado tipo de jugadores. Yo no soy de esos y yo envidió un equipo donde tipos como Ronaldinho o Messi (este último en estado de gracia) se dedican a hacer paredes en una baldosa como si estuviesen bailando un chotis balompédico. La pared del segundo gol del Barça es una obra de arte sin duda alguna. Paredes, ese recurso obsoleto del que los entrenadores de la escuela Aguirre dicen estar pasado de moda. 2-0 perdiendo en el marcador haciendo las cosas bien. Irónico. Los resultaditas dirán que mira a lo que nos lleva el intentar ganar los partidos. Yo les pediría que miraran a donde nos ha llevado ni siquiera intentar ganarlos.

Estoy seguro de que esa era la sensación de los aficionados colchoneros al descanso: mala suerte y la certeza de que contra el Barça no se pueden hacer cagadas como la nuestra del primer gol sin pagarlas. Si hubiese acabado entonces el partido yo estaría apelando precisamente a eso, la mala suerte, para justificar la derrota abultada de nuestro equipo hoy pero desgraciadamente faltaba la charla en el descanso y las geniales acciones de estrategia de la segunda parte.

Si Kyle XY hubiese aparecido en la tierra en el camp nou y en el mismo momento en el que empezaba la segunda parte, a los 15 minutos de partido hubiese sacado la siguiente conclusión: o el atlético de Madrid está ganando el partido o tiene tanto miedo del rival que haciendo caso a George Orwell prefiere terminar la batalla perdiendo. Lógicamente acertaría. Tras los 45 minutos de la segunda parte, viendo el planteamiento del equipo y los cambios, un tipo racional como Kyle XY llegaría a otra conclusión: o el entrenador del Atlético de Madrid le da igual sacar puntos o de verdad lo que quiere es que no le metan más goles en la portería. O eso o es que el entrenador del Atlético de Madrid no sabe que para ganar en este deporte hay que meter más goles que el contrario.

La segunda parte de nuestro equipo es todo un elogio al miedo y la mediocridad. Lejos de quitarle el balón al Barça se lo regalamos, lejos de presionar arriba reculamos y lejos de no dejarles jugar cómodos cerca de nuestro área les esperamos dentro de la misma aplaudiendo sus triangulaciones. Magnífico. ¡Todo eso perdiendo 2-0! El Barça, un equipo muy bueno, muy bien entrenado y que juega muchas competiciones de envergadura, se dedicó simplemente a dejar pasar el tiempo llegando de vez en cuando y metiéndonos otro mirlo cuando quisieron hacerlo. Como no sabemos jugar frente a un equipo parado atrás, porque nuestro genial entrenador reniega a jugar con ese tipo de jugadores y pase lo que pase morirá jugando con dos centrocampistas defensivos de exactamente las mismas características, lo único que tenían que hacer era tapar las bandas y cubrir a Agüero ya que Forlán (otro magnífico entrenador desaprovechado) se cubría sólo gracias a la genial directriz de Aguirre de bajar al medio campo “a echar una mano”. Me recuerda mucho a Torres de la temporada pasada.

Pero faltaba lo mejor: los cambios. Tal y como estaba el partido en la segunda parte sólo había una forma de hacer un gol al Barça y era haciendo una jugada imprevisible y genial o a balón parado. Si tenemos un jugador genial e imprevisible en esta plantilla este se llama Kun Agüero. Fuera del campo. Si hay alguien que sabe sacar las faltas y los saques de esquina en esta plantilla se llama Reyes pues bien, fuera también. No se puede hacer peor.

¿Por qué? Pensará la parroquia rojiblanca. Para mí sólo hay una explicación: miedo. Aunque ya lo decía un escritor francés llamado Henry Home Kames: la ignorancia es la madre del miedo.

Felicitaciones al Barça por un magnífico equipo que pretende siempre ganar jugando al fútbol. Algo tan simple me da mucha envidia.

ASI SI (Erciyesspor - At. Madrid)

Decía Séneca que vencer sin peligro es ganar sin gloria y eso es más o menos lo que nos ha ocurrido hoy frente al voluntarioso equipo turco conocido como Erciyesspor. No obstante hay muchas lecturas si no apasionadas si bastante positivas después de ver el partido.

La primera de ellas es comprobar lo importante que son las sensaciones en la vida y por tanto en el fútbol. Si, a pesar de que los entrenadores-pseudocientíficos nos quieren convencer de lo contrario con cada una de sus incomprensibles acciones y explicaciones correspondientes, las sensaciones que deja un equipo en su afición son de vital importancia para el devenir futuro del equipo. Es una realidad comprobable que una victoria que emite dudas genera dudas y que una victoria sólida y contundente genera solidez y contundencia. En la grada, en los jugadores y en los contrarios. El partido de ida contra el Erciyesspor fue simplemente bochornoso. Independientemente del resultado en el marcador el partido transmitió las dudas que acompañaron al equipo los días siguientes (que por cierto eran las mismas dudas que el equipo lleva arrastrando desde el primer partido de la temporada pasada). Fue tan intenso el poso que dejó aquel partido que probablemente por ello nuestro entrenador decidió dejar de una vez de jugar a los juegos de rol para convencerse de que lo que llena el vestuario todos los días son jugares de fútbol (algunos muy buenos, por cierto). También nuestros queridos jugadores probablemente decidieran dejar de pensar tan pronto en las plácidas vacaciones del 2008. Hoy, con un resultado muy similar, la sensación es completamente diferente.

Y es que por mucho que Aguirre se empeñe siempre en elogiar las sobrenaturales virtudes del equipo contrario (aunque éste juegue en la segunda división turca) y considerar a todos los rivales como “tremendamente peligrosos” hay formas y formas de ganar a un equipo tan sumamente inferior como el Erciyesspor. La ida es un ejemplo de cómo no se debe hacer. La vuelta es un gran ejemplo de todo lo contrario: eficacia, contundecia, solidez, riesgo cero e imagen poderosa.

Porque al fin y al cabo yo imagino al entrenador o a un futbolista de la Fiorentina o del Ajax o del Everton mirando la tabla de resultados de los partidos de UEFA y me puedo imaginar lo que piensa de mi equipo si ve que las hemos pasado “putas” con el Novi Sad-Vojvodina o lo que piensa si le hemos metido 9 goles a un equipo turco. Creo que la diferencia es tan obvia como la bien o mal que sentó la cena del partido de ida y como va a sentar la de hoy a todos los colchoneros.

Así si.

Hay que ser un equipo grande en todos los sentidos, en todos los campos y todos los días. Al menos intentarlo. Tenemos un escudo y una historia que pesa para lo bueno y para lo malo. Sin despreciar a nadie hay que salir a todos los campos con la actitud de hoy. Lo demás son pequeñeces que debería desaparecer para siempre de nuestro manual de estilo (igual que debería desaparecer el equipo de marketing de la Comunidad de Madrid, pagado por todos los madrileños, responsable del lamentable y vergonzoso spot que se han visto obligados a retirar hoy).

LO OTRO ES TONTERIA (At. Madrid - Osasuna)

Decía un autor de comedia anterior a cristo llamado Publio Terencio Afer que cuando no se puede lograr lo que se quiere es mejor cambiar de actitud. Es muy difícil que nuestro gentil entrenador cambie su forma de ver el no-fútbol y su planteamiento presuntamente táctico pero es evidente que teniendo la plantilla que tenemos un cambio de actitud era más que suficiente para empezar a parecernos un equipo de fútbol. Y es que es eso lo que ha cambiado desde el día del Racing de Santander: la actitud.

Soy una persona que busca y valora el significado de determinados detalles y ayer hubo uno concreto que hizo ponerme muy contento. Corría el minuto 40 de la segunda mitad y acabábamos de marcar el primer gol tras un soberbio golpeo de ese jugador que crece por momentos y que parece entender el significado de esta camiseta algo mejor que los troncos que la habían vestido hasta no hace mucho. Pocos minutos después el balón salió por fuera de banda y pertenecía al atlético de Madrid. Cualquier jugador del equipo de Aguirre, el de los últimos partidos, el de toda la temporada pasada, el que probablemente se corresponde con el imaginario de lo que debe ser una escuadra profesional sobre el césped para este “genuino” entrenador, hubiese marcado los tiempo, respirado profundamente y pensando sobre la fugacidad de la vida hubiese esperado pacientemente el balón suministrado por el inocente recogepelotas y viniendo este caminando con pereza desde el lejano ostracismo al que Aguirre suele mandar a este puñado de ilusionados jovenzuelos tras marcar un gol en casa. Ayer fue diferente. Ayer Simao fue corriendo a por el balón reprendiendo al chaval para que se lo diese enseguida. Ayer éramos otro equipo. Ayer queríamos, de nuevo, ganar el partido y lo queríamos hacer metiendo, de nuevo, más goles que el contrario.

Sigo sin entender esta forma de estropear este precioso deporte conocida como fútbol moderno. Sigo sin entender que el centro del campo, el lugar desde donde este magnífico deporte ha visto nacer su mejor versión, tenga que ser un campo minado en el que el músculo está por encima de todo lo demás y por donde el balón apenas pasa rodando o cerca del piso. Sigo sin entender tampoco porque con este sujeto los buenos jugadores de banda zurdos tienen que jugar permanentemente por banda derecha y viceversa pero tenemos tan buenos jugadores que a poco que este hombre se olvide de inventar el fútbol durante unas semanas y se dedique, por ejemplo, descifrar porque en una prisión panameña conocida como Sona todos los presos hablan inglés, tendremos tardes de fútbol no sólo medianamente divertidas sino que para variar no ofenderán el concepto de la propia palabra fútbol.

Y es que independientemente de lo difícil que lo pone el sujeto del banquillo tenemos una gran plantilla. Descompensada, carente de fluidez a la hora de crear juego, carente de un jugador capaz de distribuir juego desde el centro del campo por delante de toda esa maraña de jugadores obsesionados por tapar huecos pero amigos, tenemos un montón de jugadores de esos que hacen sonreír. Forlán es muy bueno. Mucho más rápido de lo que yo sabía, dinámico, inteligente, fajador (por eso juega con Aguirre, claro), generoso y encima tiene gol. Un gran fichaje. No tiene comparación con ese otro chico, gran profesional él, que jugaba en esa posición los últimos años, porque básicamente son jugadores diferentes, pero no deja de ser un gran fichaje. Simao no ha cogido todavía el punto pero se ve que no quiere quedarse a la estela de nadie y hace por entrar. El peligro que aporta se impregna como perfume barato en la defensa contraria con lo que estos tienen que fijar marcas que aprovechan bien el resto del equipo. Reyes parece decido a convencernos de que de verdad le importa jugar en este equipo y lleva tres partidos donde su entrega esta siempre al nivel más alto aunque no siempre pueda por diferentes circunstancias desplegar la clase que todo el mundo sabe que tiene. Ya que este entrenador además desprecia el juego parado y prefiere no entrenar las faltas y los corners, está bien al menos tener un jugador que viene entrenado de casa y que ya sabía hacerlo cuando llegó. Pero es que además, comiendo pipas, tenemos a Luis García, ese magnífico jugador tan impredecible como eficaz que dará las mismas tardes de gloria que ha dado a todos sus equipos anteriores y Maxi, un jugador de primer orden mundial que todavía se está recuperando de su terrible lesión. Y luego está Agüero.

Si Agüero. Ese jugador despreciado, vilipendiado y ninguneado por nuestro súper entrenador la temporada pasada. Ese jugador al que según nuestro líder carismático de los banquillos había que cuidar el año pasado y al que él sólito se dedico a volver loco, descentrar y tirar a los leones durante toda la temporada. En esta temporada las cosas tornaban parecidas cuando en los primeros ensayos veraniegos nuestro ínclito pseudo-estratega colocaba a Maxi por detrás de Forlán dando “descanso” al Kun y para dar salida a tanto jugador de banda como teníamos. Afortunadamente el talento habla por si sólo y Agüero es puro talento. Viéndolo por la calle nadie diría que es jugador de fútbol. Viéndolo en una cancha de fútbol nadie diría que ese chico también pisa la calle. Tenemos la suerte de tener en nuestro equipo una estrella mundial de esas que son imposibles de entender para los sistemas defensivos contrarios, que son imposibles de parar desde la pizarra, que son imposibles de prever para los jugadores de laboratorio pero también de los que son imposibles de encajar en encorsetados sistemas tácticos mediocres diseñados por las mediocres mentes de entrenadores mediocres. Agüero es fútbol. Lo otro es tontería.